18 de octubre de 2015. Teatro Palacio Valdés, Avilés. V.O.S.
Tras perder a su mujer el conde Drácula reniega de Dios. Sucedió en el siglo XV pero a finales del XIX sigue queriendo recuperarla. La ocasión se le presenta cuando ve la fotografía de la prometida de un joven que ha viajado a Transilvania para venderle unos inmuebles en Londres.
Aunque el género no me atrae y en su momento fui a ver este Drácula solo porque lo dirigía Coppola, reconozco que esta noche en el Palacio Valdés ha sido más que entretenida. El expresionismo irónico del arranque de la película, la evocación de los comienzos del cine en la escena en que la bestia embauca a la bella o el contrapunto entre la boda y el sacrificio de la amiga (tan similar al paralelismo entre las escenas del bautizo y la hecatombe en El padrino), hacen de este Drácula una historia recomendable incluso para quienes no somos tan devotos del género como muchos de los que hoy llenaban el patio de butacas de este hermoso teatro. Mañana más Coppola aquí.