30 de octubre de 2015. Cines Broadway, 60º Semana Internacional de Cine de Valladolid (sección Inéditos. Talentos del siglo XXI). V.O.S.
Dos Antonios Pisapia tuvieron mucho éxito en los años setenta. Uno era un honesto jugador de fútbol que tras colgar las botas quería ser entrenador. El otro era Tony, un cantante vividor al que la cocaína y una noche con una menor condenaron al ostracismo. Las derrotas paralelas de estos dos tipos singulares que nunca se conocieron condujeron a Antonio al suicidio y a que Tony se redimiera reivindicándolo.
La banalidad del éxito. Tal podría ser la tesis que une a esta ópera prima de Sorrentino con esa joya que se titula La gran belleza. La Seminci ha tenido el acierto de programar las primeras películas de directores muy reconocidos que no fueron estrenadas en España. Así, mañana podremos ver la de Asghar Farhadi y hoy hemos podido disfrutar con la magnífica interpretación de Tony Servillo, el actor fetiche de Sorrentino, en este precedente casi pop de la barroca maravilla romana con que nos cautivó hace dos años. Las historias paralelas de los dos personajes están bien construidas. Y su conexión final, que devuelve al de Servillo a aquella cárcel en la que empezó su felicidad, es un cierre perfecto para una película en que se apunta la elegancia con que este director sabe mover la cámara y hacer más que interesantes a personajes que me resultan tan lejanos como un cantante italiano o un jugador de fútbol.