11 de octubre de 2015. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
Videos caseros filmados en Super 8. Algunos de hace casi cincuenta años. La mayoría de vacaciones familiares en Menorca, Fuerteventura o Murcia en los últimos veranos. También hay imágenes de carreras de galgos y de corridas de toros. Y de un viaje a Florida para el reencuentro con los padres y de otro a Polonia para buscar datos sobre un abuelo. Todo con poco sonido. Apenas un par de canciones y la voz del director que habla siempre en inglés y siempre en primera persona.
En español no sería lo mismo. Sería necesario hacerlo mejor para que siguiera pareciendo poético. Pero dicho en inglés con voz agradable y subtítulos que acompañan unas imágenes de textura lejana parece cine de arte y ensayo. La sintaxis con que Ostrowski monta sus recuerdos familiares es elegante, pero no original. Y está a años luz de la emoción que suscitan otros relatos fílmicos en primera persona también hechos a partir de recuerdos. Estoy pensando, por ejemplo, en Photografic Memory de Ross McElwee, en Stories we tell de Sarah Polley o en Mapa de León Siminiani. Comparado con ellos esta Home movie se queda en parodia. En todo caso, lo mejor estuvo en el coloquio. Cuando una chica escocesa le preguntó al director por el motivo por el que, viviendo en Asturias y no queriendo hablar en inglés a su hija (lo confiesa en la película), no hizo este documental en español. La chica puso el dedo en la llaga. La de la ventaja que algunos sacan de que sean muchos los españoles que sienten complejo porque su lengua no sea el inglés sino la segunda con más hablantes nativos del mundo (recuérdese que la primera es el chino). Por cierto, en esta película he vuelto a comprobar (como hace un par de semanas viendo Roger Waters The Wall) que cuando el inglés es cantado parece no merecer ser subtitulado. ¿Tan malas son las letras en esa lengua? ¿O es que, como el valor a los soldados, a los españoles se nos presupone el dominio del inglés cuando es musicado?