1 de abril de 2016. Centro Niemeyer, IX Edición de Novocine, Avilés. V.O.S.
Tras un ataque de pánico un grupo de soldados brasileños de una brigada de ingenieros deambula entre la nieve en un lugar de Italia. Les acompañan un periodista brasileño, un desertor italiano y otro alemán. Para no ser tomados también ellos por desertores deciden asumir por su cuenta un objetivo heroico: limpiar de minas la carretera 47.
Oportunas y sentidas fueron las palabras del embajador de Brasil en la apertura de esta IX edición del Novocine que por tercera vez vuelve al Centro Niemeyer (estuvo el año pasado y también en aquel 2011 en que tantas cosas buenas pasaron aquí). Le acompañaba el director de la película que tras la proyección respondió a las preguntas de Carlos Cuadros en el encuentro con el público. A estrada 47 cuenta una historia sobre la participación de Brasil en la Segunda Guerra Mundial. Y lo hace con el relato dramático, heroico y emotivo de las peripecias de un grupo de soldados de entre los 25.000 brasileños que vinieron a Europa para unirse a los aliados. La película tiene las maneras clásicas de las historias bélicas, pero con un modo singular de entender el heroismo que renuncia a matar, que ensalza a los desertores y que entiende que los mejores soldados son los que arriesgan sus vidas desminando otras tierras. La carta al padre en la voz de uno de los soldados nos acompaña a lo largo de la película e interpreta, en clave casi pacifista, que el sinsentido de unos soldados perdidos en la nieve en una guerra ajena se pueda convertir en un gesto altruista del que se puede sentir orgulloso un país cálido y alegre como Brasil. Supongo que era a eso a lo que Vicente Ferraz se refería cuando señalaba que lo extraño no era que él hubiera hecho una película sobre la participación de su país en la Segunda Guerra Mundial, sino que nadie la hubiera hecho antes.