19 de noviembre de 2018. Cines Ocimax, 56º Festival de Cine de Gijón (sección rellumes).
A un gallego de mediana edad que perdió su trabajo en un astillero se le está acabando el paro. Su mujer es peluquera y tienen una niña pequeña. Sin decirle nada a ella un día decide dejarlas e irse a Madrid con parada en Zamora para visitar a una amiga. En Madrid pasará unos días con un hombre separado que vive casi en la indigencia.
La presenta el Ateneo Obrero de Gijón como si fuera una película social y comprometida. Pero a mi me parece más bien el retrato nada crítico de un tipo impresentable que, con su aspecto de guaperas, parece que la única crisis que le importa es la de la de estar rondando los cuarenta. Impostada, inverosímil y afectada, La felicidad de los perros es casi un insulto a tantas personas que en estos años se han enfrentado a la crisis haciendo más denso y protector el tejido de la solidaridad familiar. No renegando de ella, con chulería un tanto machista, como hace el protagonista de esta película tan pretenciosa como prescindible.