jueves, 25 de noviembre de 2021

Las cercanas

de María Álvarez. Argentina, 2021. 82’.
25 de noviembre de 2021. Cines Ocimax. 59º Festival de Cine de Gijón (sección: tierres en trance).

En un pequeño apartamento de Buenos Aires viven Isabel y Analía Cavallini, dos hermanas gemelas nonagenarias que fueron unas pianistas famosas en los años cincuenta y sesenta. Las dos viven en un espacio abarrotado de objetos y recuerdos. Algunos son muy grandes como el piano, el retrato de cuando eran adolescentes o la pareja de muñecos que les regalaron sus padres cuando eran niñas. Y de algún modo ellas siguen siendo niñas todavía. Por ejemplo, cuando se enfadan entre ellas o intentan tocar el piano.

Nada que ver con Margarita Fernández, la lucídisima pianista, también anciana y argentina, que protagoniza Medium, el documental de Edgardo Cozarinsky en esta misma sección del festival. Las hermanas Cavallini viven solas, y casi solo del pasado en un apartamento lleno de recuerdos desordenados. Son dos rezongonas que se quitan la palabra y están encantadas de que alguien, en este caso María Álvarez, se fije en ellas y les permita evocar orgullosamente retazos y reliquias de sus vidas. Una exhibición que al principio incomoda al espectador que se siente intruso en un espacio privado propio de Diógenes. En el coloquio Margarita Álvarez nos contó cómo surgió este documental (el azar de que las viera tomando un café en un McDonald's y otro día se parara a hablar con ellas) y su relación con sus dos películas anteriores con las que en cierto modo compone una trilogía sobre gentes maduras unidas por el arte. De ellas vimos el año pasado El tiempo perdido, un documental sobre las lecturas compartidas y comentadas para las que se reunían semanalmente en el Café Tribunales un grupo de devotos de Proust. Me queda por ver Las cinéphilas, la primera de esta trilogía que compone un retrato interesante sobre algunos modos de vivir la relación con el arte. Sobre Las cercanas la sensación que me domina es la compasión, pero María Álvarez señalaba que estas dos mujeres, habitadas y casi destruidas por sus recuerdos, tuvieron una vida (no dos) que podría calificarse de plena. Creo que también tiene razón y que ha estado especialmente acertada abriendo y cerrando su película con las imágenes del desmontaje y la salida del piano del apartamento cuando ellas ya no están. Eso me ha recordado algunas escenas de El estado de las cosas, otro magnífico documental de Joaquín Maito y Tatiana Mazú que vi hace unos años en la sala Gaumont del INCAA. Trataba de los fletes y remates tras vaciar los apartamentos llenos de recuerdos y reliquias de quienes vivieron en ellos.