6 de diciembre de 2015. Sala Berlanga, Madrid.
11 de febrero de 2016. Centro Niemeyer, Avilés.
25 de mayo de 2016. Laboral Cinemateca, Gijón.
Si fuera una ficción tendría un guión propio del mejor Woody Allen. Pero lo que vemos es una suerte de diario filmado de encuentros aparentemente reales durante unos meses de invierno en Barcelona e Italia. Quienes hablan de Dante y de Beatriz o de Abelardo y de Eloisa no son actores. Son realmente quienes parecen, con sus nombres y profesiones. Aunque a veces los vemos detrás de cristales que hacen más íntimos los encuentros, sus diálogos tienen la misma verdad que los de aquellos seres que con tanto respeto nos mostró José Luis Guerín unas calles más abajo en su magnífica En construcción. Pero aquí su magistral lección cinematográfica llega a un límite nunca visto porque el triángulo entre la literatura, la vida y la pantalla tiene un nivel de verdad, de reflexividad, de belleza y de ironía realmente apabullante. La academia de las musas es una experiencia distinta a todo lo visto en el cine y merecerá ser estudiada como un hito estético tan relevante como El sol del membrillo. No me extraña que, según cuentan, en el taller que dirigió en el festival de Gijón hace un par de semanas, Victor Erice hablara del cine de José Luis Guerín. Los dos me parecen cineastas extraordinarios cuyas obras trascenderán estos tiempos. Dentro de mucho tiempo podré decir que yo estaba allí la primera vez que se proyectó en Madrid La academia de las musas.