28 de octubre de 2016. Teatro Zorrilla, 61º Semana Internacional de Cine de Valladolid (punto de encuentro). V.O.S.
Kareem es un rapero palestino que vive en una pequeña ciudad cerca de Tel Aviv. Tiene unos amigos que colaboran con traficantes de drogas, un padre con el que no se lleva bien y una novia que a veces canta con él. El accidente en el que su padre muere y su madre queda en silla de ruedas, los incidentes durante un concierto en un club judío y la destrucción de la casa del padre de un amigo porque el gobierno de Israel ha decidido hacer un museo en ese lugar, hacen que muchas cosas cambien para él.
Volvemos un año más a la Seminci y nos encontramos con esta estupenda película que es un musical rapero, una historia de amor, un alegato feminista, un relato periurbano sobre traficantes y pardillos, un drama familiar y un sugerente retrato sobre las relaciones entre palestinos y judíos en una ciudad cualquiera de Israel. Las poderosas imágenes del comienzo, centradas en el protagonista, y la bella canción final, con la imagen de su novia a punto de tomar una decisión importante, enmarcan un magnífico retablo que es musical, político, social y romántico a la vez. Por si fuera poco, el director es un israelí comprometido y estupendo que en el coloquio habló con claridad del conflicto entre israelíes y palestinos y que demostró que en Israel hoy no todos son malos o imbéciles y que antes de las canalladas del cuarenta y ocho hubo un tiempo en el que fue posible y natural una convivencia por la que siguen apostando las buenas gentes como él. Udi Aloni es un tipo vital, que entiende muy bien qué es lo importante en el mundo, que sabe llevarlo a la pantalla y que lo defiende lúcidamente con un discurso apasionado, positivo y difícilmente rebatible. Por si fuera poco, casi entiende el español y en la película se permite un guiño a lo andaluz al hacer que la protagonista cante una canción en nuestra lengua. A juzgar por lo que esta tarde se sintió en el teatro Zorrilla no me extrañaría que Cruce 48 se llevara el premio del público. Y bien podría merecerlo. Que esta primera elección iba a ser afortunada lo anticipaba ya el magnífico cortometraje Jacked de Rene Pannevis, en el que una sucesión trepidante de primeros planos pertinentes nos va mostrando lo que pasa cuando dos jóvenes violentos roban un coche y encuentran en él una casete en la que un hombre enfermo terminal ha grabado unos mensajes para la hija que está a punto de nacer.