29 de octubre de 2016. Cines Broadway, 61º Semana Internacional de Cine de Valladolid (retrospectiva: Richard Linklater). V.O.S.
28 de mayo de 1976. Último día de clase en un instituto de Austin. Será una tarde y una noche de fiesta para los veteranos. Quizá no tanto para los novatos que a partir de ese día serán alumnos de secundaria.
Este año Linklater ha regresado a esos tres días cruciales previos a la entrada en la universidad en la magnífica Todos queremos algo. Con ella retomaba lo que retrató en esta Dazed and confused sobre la transición dionisiaca entre la edad de la escuela y la de la secundaria. Nuestro héroe es aquí ese chico que sale bien parado de una noche de novatadas y desquicie. Esta película estremecería a esos que piensan que el acoso escolar es cosa de hoy y no un monstruo que era aceptado y tenía dimensiones mucho mayores (también aquí) en los tiempos en que iban al instituto los que ahora repiten esas letanías bobas, pero que tanto rédito político generan, sobre lo mal que están la educación y la juventud actuales. Pero volviendo a Linklater, él es seguramente el chico de Boyhood, el protagonista que se enamora en Todos queremos algo y, unos años antes, el adolescente superviviente de esta Dazed and confused. Además de la estima por este magnífico director, en películas como esta me resulta inevitable pensar en esos hitos biográficos que compartimos: salimos en el mismo año de la escuela y entramos también a la vez en la universidad. Aunque sé que el Avilés adolescente del setenta y seis y el Oviedo universitario del ochenta eran mucho más aburridos y menos movidos que aquella juventud en Austin.