9 de noviembre de 2016. Centro Cultural Valey, Piedras Blancas. V.O.S.
Un joven sale de un reformatorio y vuelve a casa con su padre. Ha pasado un tiempo allí después de hacer algo horrible. En su pueblo no se lo perdonan.
Una historia áspera sobre la reinserción. Sobre las circunstancias que la hacen imposible aunque el sistema judicial la pretenda y aunque quien fue peligroso ya no lo sea. Y es que algunas comunidades entienden que para determinados pecados no parece haber nunca sufiente penitencia ni, por supuesto, perdón. La historia está contada con un perfecto equilibrio moral. No hay maniqueismo. Todos tienen motivos para sus posturas y en cada conflicto nadie es completamente bueno ni malo. También es un retrato de la difícil convivencia en una familia sin mujeres. La que pretende restaurar ese padre que intenta salvar al hijo que regresa, que quiere proteger al pequeño y también cuidar del abuelo demente. No hay música. Tampoco diálogos largos. Después de esto tiene un tono desangelado en el que abundan los planos fijos, a veces muy próximos y otras veces muy distantes. Es una historia fría y triste sobre la manera en que un drama pretérito puede seguir muy presente en una pequeña comunidad nórdica. Un grupo humano que produce y reproduce el mal y que no parece saber nada de la compasión o el perdón. Como en La cinta blanca un siglo después.