6 de noviembre de 2016. Centro Niemeyer, Avilés.
Una noche de reencuentro para una pareja de treintañeros que se amaron cuando tenían quince. Compartirán una carta de entonces, escucharán canciones del padre de ella, bailarán swing con amigos y hablarán sobre aquellos adolescentes a los que también veremos amándose y escribiéndose cartas sobre el futuro de su amor.
Tras la muy luminosa, nómada y estival Los exiliados románticos, Jonás Trueba vuelve a los espacios madrileños de Todas las canciones hablan de mí para contarnos una historia de amor en dos tiempos: el de una noche de invierno a los treinta y el de varios días de primavera a los quince. Recordar desde el presente el primer amor, recuperar la mirada sobre el futuro que se tenía en la adolescencia, regresar a aquellos besos y sinceridades es lo que nos propone Jonás Trueba en su cuarto largometraje. La reconquista nos plantea que el presente adulto quizá podría ser esa edad adormecida que se temía en aquel pasado juvenil al que se puede regresar con las cartas y los sueños. Como en todo el cine de Jonás Trueba, en La reconquista las palabras son muy importantes. Las que se dicen, las que se escriben y las que se cantan. Pero no más que las atmósferas de esos dos presentes de los que trata la película. Por eso (fiel a su obsesión por no cortarlas) nos hace escuchar un buen rato las canciones del padre de ella, nos lleva luego a bailar con unos amigos y nos hace seguir la moto del protagonista por las calles de Madrid en esa mañana en que lo acompañamos hasta la casa en que ahora vive con su nueva compañera. Atmósferas del presente pero también de esa primera juventud en la que se tiene plena conciencia de que, tenga o no futuro, el primer amor en cierto modo lo determinará. Así que Jonás Trueba vuelve a conquistarnos con este hermoso retrato en dos tiempos de las edades del amor.