28 de noviembre de 2013. Centro Niemeyer, Avilés.
René Lavand tiene mano para las cartas. Mano izquierda, solo mano izquierda. Es un ilusionista manco tan diestro manejando la baraja como cautivador hablando de lo que hace. Imágenes antiguas de sus espectáculos en todo el mundo se combinan con las de la vida cotidiana de este anciano al que da gusto ver y escuchar.
Es clavado a Óscar Niemeyer. Y como a él le encanta la belleza de la simplicidad. La que crea ante nosotros con su mano izquierda y con sus palabras. "No se puede hacer más lento". Nos lo repite una y otra vez para que reparemos en la sintaxis de sus dedos y en la semántica de sus cartas. Pero nos engaña al hacernos creer que sus palabras son solo el acompañamiento de su mano. Es al revés, es su mano la que ilustra sus palabras. El mérito de este hermoso documental está, en gran medida, en el fascinante personaje que lo motiva. Pero también en la habilidad de Néstor Frenkel para hacer con él una historia cautivadora. Una historia en la que la mano derecha (perdida en la infancia, colgada en la puerta como picaporte y esperada en ese envío que nunca llega) está siempre presente como explicación de las habilidades mágicas de este artista. Y la magia del cine hace posible el último truco de René Lavand: que su mano izquierda pugne con esa mano derecha inexistente.