lunes, 25 de noviembre de 2013

Ida

de Pawel Pawlikowski. Polonia, 2013. 80’. B/N
24 de noviembre de 2013. Teatro Jovellanos, 51º Festival de Cine de Gijón (sección oficial). V.O.S. 

Ida es una novicia huérfana que está a punto de tomar los votos. Antes de hacerlo la superiora del convento le recomienda ir a conocer a su tía, su única familia. Con ella indaga sobre lo que les sucedió a sus padres. Y descubre que eran judios y que fueron asesinados y enterrados en un bosque al final de la guerra. El encuentro será iniciático para Ida y catártico para su tía, que ajusta cuentas pendientes con su pasado y un día salta desde una ventana. Tras su muerte la futura monja experimenta las cosas con las que disfrutaba su tía y a las que renunciará para siempre cuando regrese al convento.

No es extraño que Patrice Leconte, el presidente del jurado, declarara su pasión por esta película que se ha llevado cuatro premios (mejor película, mejor actriz, mejor guión y mejor dirección artística). Es una sucesión de planos fijos, casi cuadrados, en un blanco y negro bellísimo y con una composición tan hermosa que el ojo queda cautivado por su equilibrio y por su capacidad para sugerir atmósferas. La Polonia de los primeros sesenta es el contexto desde el que las protagonistas de esta triste y bella historia bucean en un pasado oscuro que condicionó sus vidas dos décadas atrás. La película parece que hubiera nacido de una serie de fotografías que evocan situaciones y sentimientos más perfilados que subrayados. A cada una de esas impresionantes estampas Pawlikowski le da el tiempo necesario para que la historia avance a un ritmo perfecto. Pero también el que necesita el espectador para poder disfrutar de la belleza de cada plano y cada escena. Tan fascinantes son las imágenes que incluso los subtítulos en inglés se niegan a estar siempre abajo y buscan a veces otro lugar en el que hagan menos daño al encuadre. Y así hasta la última escena, la que contiene el único plano en el que la cámara deja de ser fija y se vuelve subjetiva para acompañar a esta Ida que regresa a ese tiempo detenido que le espera en el convento. Como un Erice polaco me ha parecido este director que ha vuelto a ser galardonado con todo merecimiento en el festival de Gijón. Por lo demás, me alegro de que el premio de la crítica haya ido para Henri, la magnífica historia que vi la segunda mañana del festival y también me alegro de que el premio especial del jurado se lo lleve la emotiva y arriesgada historia de Los insólitos peces gato. Solo lamento que Le passé se vaya sin premio (podría haberse llevado, al menos, el de mejor guión). Aunque reconozco que las premiadas encajan mejor en el tono indie (pero no ridículo, como el año pasado) al que quiere seguir siendo fiel un festival que tanto me hace disfrutar cada año.