6 de noviembre de 2013. Centro Cultural Valey, Piedras Blancas.
Carlos es Elvis. Cantando y sintiendo como el de Memphis escapa de su triste vida en Buenos Aires. Su obsesión le hace vivir distanciado de su familia, pero cuando su mujer sufre un accidente se hace cargo de su pequeña hija Lisa Marie. Hasta que ella sale del hospital y él puede dirigirse a Memphis buscando el final.
Elvis es el horizonte de Carlos. Lo que da sentido a su vida y lo que la limita cuando está a punto de cumplir cuarenta y dos años. Su pasión le impide ser un buen padre, pero no sentir que debería serlo. Por eso se alegra tanto de que su mujer se recupere y vuelva a ocuparse de la niña. Solo entonces podrá unir su destino con el de su mito. El ambiente y el personaje me han recordado al magnífico cine de Mike Leigh. Estoy pensando en aquel doliente Phil que interpretaba Timothy Spall en All or nothing. Aquí John McInerny está sobresaliente en el papel (también musical) de este Elvis redivivo. Con una fotografía y una ambientación perfectas, Armando Bo ha sabido crear una atmóstera que parece separada del presente y ubicada en un limbo temporal muy adecuado para este personaje que vive anclado en su propia deriva. Hasta que decide ser coherente con su sueño y llevarlo hasta el final.