14 de noviembre de 2015. Cines Parque Principado, Lugones.
Arquímedes Puccio es un apacible padre de familia. Y el jefe de un clan que secuestra y asesina, primero colaborando con la dictadura militar y luego por su cuenta. A los secuestrados los oculta en su casa. Y lo hace con la ayuda, pasiva o activa, de su mujer y de algunos de sus hijos.
Aquellos tremendos hechos reales tenían todos los mimbres para componer un excelente thriller, también con la impactante forma en que termina una historia que parece salida de la imaginación de un magnífico guionista. Pablo Trapero sabe sacarle el mejor partido cinematográfico a una historia a la que le sientan estupendamente esas músicas setenteras que son la manera perfecta de amortiguar (en la realidad y en la ficción) el espanto de unos hechos que se hacen más inauditos por su contraste con la apacible vida familiar de este hombre corriente. Pero El clan no podría ser tan especial sin ese patriarca flemático que parece una versión porteña del arquetipo mafioso que encarnara Marlon Brando en la película de Coppola. Guillermo Francella está impresionante en este Arquímedes Puccio confirmando la capacidad camaleónica de este magnífico actor argentino que nos encantó en el papel del ayudante de Darín en El secreto de sus ojos de Juan José Campanella, en el del peronista que simulaba un robo en Madrid en ¡Atraco! de Eduard Cortés, y que se atrevió a bordear el ridículo interpretando a aquel estúpido ligón miniaturizado que interpretó en la malísima Corazón de León de Marcos Carnevale. Pero creo que Guillermo Francella será recordado por este papel sobresaliente en el que demuestra que la violencia más terrible puede ser la de maneras más tranquilas.