jueves, 12 de noviembre de 2015

Qué difícil es ser un dios

de Aleksey German. Rusia, 2013. 177’.
12 de noviembre de 2015. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.


Quizá en la Edad Media, quizá en otro planeta, seguimos en medio del barro y la barbarie a un personaje llamado Don que se mueve entre unos seres alucinados que lo consideran un dios.

Igual que en un cuadro infernal de Brueghel el Viejo, pero en blanco y negro. Con largos planos secuencia en escenarios abigarrados. Con lluvia, barro, niebla, vísceras, gallinas y humanos (vivos o muertos) embrutecidos. No soy capaz de seguir la historia (si la hay), pero me fascinan unas imágenes en las que esas bestias humanas miran a la cámara como lo harían los habitantes hacinados de una ciudad medieval llena de despojos a la que llegara alguien para hacer un documental hiperrealista. Pero lo que cautiva durante media hora se hace muy pesado en casi tres. Tanto que una parte del público no resiste y se va. Otra parece integrarse en el surrealismo eotécnico de la película y reacciona con risas cuando lo escatológico se hace insoportable.