viernes, 28 de diciembre de 2018

Tiempo después

de José Luis Cuerda. España, 2018. 95.
28 de diciembre de 2018. Cines Parqueastur, Corvera.

En 9177 algunos siguen creyendo en la revolución. Por ejemplo, un hombre que vive en las afueras del Edificio Representativo y que quiere para vender zumo de limón en una comunidad distópica, ibérica y añeja en la que hay un rey de bastos, dos peluqueros con distinta fortuna, una pareja de la guardia civil, un rústico pastor de ovejas y otros muchos personajes tan surrealistas como fascinantes.  

Tiempo después de Amanece que no es poco José Luis Cuerda lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a demostrar, aún con mayor maestría, el poder evocador de las palabras cuando trenzan filosofía, literatura, revolución, chascarrillos y lugares comunes en un sitio tan singular como ese edificio que tanto se parece a las Torres Blancas. Igual que la poesía Tiempo después es intraducible. Su guión torrencial y delicioso no se queda en la superficie de la lengua sino que explora la belleza de su calado, el sedimento que en ella van dejando los usos de las gentes. Por eso José Luis Cuerda es tan elitista y tan popular, porque sabe ser a la vez clarísimo y sutilísimo. Su cine es el de poeta ibérico provisto de cámara, un maestro de la escenografía y de la música (algún desfile me ha recordado a los de Kentridge), un español sanamente descreído y amante de nuestro propio descreimiento.

jueves, 27 de diciembre de 2018

Apuntes para una película de atracos

de León Siminiani. España, 2018. 85.
27 de diciembre de 2018. Centro Niemeyer, Avilés.

León Siminiani siempre quiso filmar una película de atracos. Y el que lideró un tipo de Vallecas le ha dado la oportunidad de hacerlo. No es una película de ficción. Es la reconstrucción a dos voces de las circunstancias y las consecuencias, del mérito y el gusto que da atracar bancos desde las alcantarillas.

Hace casi seis años Siminiani vino al Niemeyer a presentarnos aquella joya titulada Mapa. En la reseña que escribí entonces la comparé con la extraordinaria Photografic Memory de Ross McElwee por la brillantez con que Siminiani sacaba partido a la más radical primera persona. Aquí también lo hace, pero su yo está ahora más matizado. Si el contexto personal de Mapa era una pasión amorosa, aquí es la primera paternidad lo que seguramente modera ese ombliguismo del yo que caractarizaba a aquel documental y que ahora deja espacio para un tú extraño pero entrañable con la figura de ese atracador que, escribiendo desde la cárcel y hablando enmascarado, casi comparte la autoría de la historia. Así que Siminiani sigue haciendo un cine magnífico. Ojalá que su próxima película no se haga esperar tanto y que el Centro Niemeyer recupere aquella magnífica costumbre de traernos a los directores para presentarlas.

domingo, 23 de diciembre de 2018

Un asunto de familia

de Hirokazu Kore-Eda. Japón, 2018. 121’.
23 de diciembre de 2018. Cines Los Prados, Oviedo.
5 de febrero de 2019. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.

Una familia japonesa lleva una vida modesta en una pequeña casa rodeada de edificios.  Allí viven el hombre, la mujer, la abuela, una adolescente, un niño y también otra niña más pequeña que encontraron llorando una noche. El hombre enseña al niño a robar en supermercados, la mujer se gana la vida planchando y la chica enseña su cuerpo en un tugurio. Pero todos son felices juntos. Fuera hace más frío.

Otra joya del maestro Kore-Eda. Una nueva reflexión sobre los lazos que unen a las familias verdaderas, esas que no tienen por qué ser verdaderas familias. Su nueva mirada sobre el desvalimiento humano recuerda a la que hizo inolvidable a aquel grupo de hermanos en Nadie sabe. Pero en Un asunto de familia Kore-Eda ha querido que sea multigeneracional este cálido retrato del hogar familiar como único cobijo frente a la intemperie existencial. Los planos individuales y frontales del tramo final de la película y la relevancia de esos cristales tan propicios para las confesiones (en la cárcel, en el autobús) recuerdan un poco ese tono de thriller que en cierto modo tenía El tercer asesinado. Sin embargo, en Un asunto de familia dominan los cuidados planos interiores que tanto recuerdan (como en Still Walking) al cine de Ozú. Y también esas escapadas (algunas literales) de los personajes por una ciudad que (igual que en Nadie sabe o en Milagro) no parece amable con ellos. Una ciudad en la que la protección familiar parece ser excepción asediada, como muestra ese plano cenital en el que los protagonistas apenas consiguen entrever, en medio de los edificios, los fuegos artificiales nocturnos en un cielo que les resulta ajeno y desde el que parece que nosotros los contemplamos. Y es que la caligrafía de Kore-Eda, siempre contenidísima, atiende por igual al conjunto y al detalle, al texto y al encuadre, al grupo y a cada personaje. El suyo es un cine reposado que emociona sin estridencias, que sabe contar grandes historias pequeñas con dispositivos sencillos y transparentes. Por eso es un cine magistral. Propicio para las hermenéuticas delicadas aunque tenga el mayor valor académico.

sábado, 22 de diciembre de 2018

La búsqueda de la felicidad

de Dominic Savage. Reino Unido, 2017. 101’.
22 de diciembre de 2018. Cines Los Prados, Oviedo.

La desazón depresiva de una madre londinense la lleva a dejar a sus hijos y a su marido e irse a París.

En La herida Fernando Franco retrató como nadie el dolor más profundo con una Marián Álvarez increíble en aquel papel inolvidable. Dominic Savage está lejos de aquella maestría pero consigue que la primera parte de su historia resulte interesante. Y en gran medida porque Gemma Artenton también interpreta muy bien a esta bella ama de casa depresiva. Pero la escapada a París de su personaje (que se almibara aún más con el título que aquí se ha dado a la película) no sirve de contrapunto adecuado a la desazón inicial. Savage quizá arriesga menos de lo que debería en esa segunda parte que podría haber sido mucho más catártica.

domingo, 16 de diciembre de 2018

La noche de 12 años

de Álvaro Brechner. Uruguay, 2018. 122.
16 de diciembre de 2018. Laboral Cinemateca, Gijón.

Tres prisioneros tupamaros durante la dictadura. Y doce años terribles en los que fueron sometidos a la máxima privación sensorial. Uno de ellos era Pepe Mujica.

La opresión en estado puro. La que fuera de campo se intuye que sufrió el pueblo uruguayo y la que sentimos desde el punto de vista de unos hombres a los que se quiso privar de cualquier punto de vista. Las imágenes y el montaje son agobiantemente hipnóticos y el sonido adquiere todo el relieve que seguramente debió tener para unos cautivos que tardaron mucho tiempo en volver a ver un cielo estrellado o un paisaje abierto. Álvaro Brechner consigue situarnos durante dos horas en ese tremendo lugar psicológico en el que estuvieron durante doce años aquellos tres hombres. No sé si con La noche de 12 años llegará a tener la fama que consiguió Alan Parker con El expreso de media noche, pero desde luego bien la merece. Y no solo por haber hecho una película singularmente intensa y especialmente útil en estos tiempos desmemoriados, sino porque ha sabido sacar lo mejor de un elenco magnífico. A los extraordinarios trabajos de Antonio de la Torre en el papel de Mujica y de Chino Darín y Alfonso Tort en el de sus compañeros de cautiverio, se une el de Soledad Villamil en una escena magnífica que aporta algo de esperanza entre tanta barbarie. Y qué decir de Silvia Pérez Cruz que nos regala cuatro canciones extraordinarias (hace solo un par de semanas nos emocionaba con algunas de ellas en el memorable concierto que dio aquí con Marco Mezquida) y demuestra nuevamente que también sabe ser una actriz deliciosa. Así que La noche de 12 años es, por muchos motivos, una película sobresaliente.

jueves, 13 de diciembre de 2018

Mudar la piel

de Ana Schulz y Cristobal Fernández. España, 2018. 89.
13 de diciembre de 2018. Centro Niemeyer, Avilés.

Una película sobre Juan, un vasco que trabajó como mediador en conflictos difíciles como el de su propia tierra. Y sobre Roberto, un espía del CNI que se infiltró en la organización que Juan dirigía y acabó comprendiendo su sentido.

Mudar la piel es una película sobre la (des)lealtad entre dos hombres que llegaron a ser buenos amigos. También es un testimonio relevante sobre episodios muy oscuros de nuestra historia reciente. Y pretende ser el relato de un reencuentro que se reconoce fallido. Lo mejor, en todo caso, es la sensatez de ese Juan al que da gusto escuchar y, casi en fuera de campo, el drama de ese Roberto que parece arrepentido de aquella traición al amigo.

martes, 4 de diciembre de 2018

Un día más con vida

de Raúl de la Fuente y Damian Nenow. España, Polonia, 2017. 82.
4 de diciembre de 2018. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.

Ryszard Kapuściński en Ángola en los días anteriores a su independencia. Es noviembre de 1975 y él no solo ejerce de reportero comprometido. También es consciente del calado histórico del momento que está viviendo y que, en algún sentido, también protagoniza. 

Un polaco y un español dirigen una historia de animación sobre la estancia del más importante periodista polaco en un país en el que todos hablan portugués. Pero en su película todos hablan inglés (excepto los protagonistas reales de aquellos hechos que recuerdan, obviamente en portugués, lo que entonces vivieron). Y es que la anglopatía lingüística que nos asola llega a extremos tan absurdos como convertir en angloparlantes a los todos lusófonos que combatían en Angola y al periodista polaco que lo contaba. La enfermedad es grave y empiezo a pensar que este complejo angloenvidioso, más que una muestra de papanatismo, está convirtiéndose en un verdadero suicidio lingüistico que a nadie parece preocupar. A mi sí. Y es una lástima porque de lo que aquí querría hablar es únicamente de esta estupenda película cuyo contenido es tan magnífico como su forma. Lo primero es obvio tratándose de una estupenda adaptación al cine animado del libro de Kapuściński. Lo segundo también por ese espléndido maridaje entre imágenes reales, imágenes creadas con la técnica de rotoscopia (como la estupenda de Tehran Taboo de Ali Soozandeh que estuvo el año pasado en el festival de Gijón) y testimonios actuales muy interesantes de algunos de quienes los protagonizaron. Así que, ya digo, salvo por su aberración lingüística, Un día más con vida es una película muy recomendable.

El amor menos pensado

de Juan Vera. Argentina, 2018. 136’.
4 de diciembre de 2018. Cines Los Prados, Oviedo.

Marcos y Ana acaban de despedir a su hijo que se ha ido a estudiar a España. Ellos se llevan muy bien pero al quedarse solos se replantean su relación y acaban separándose. Cada uno tendrá otras historias, pero ninguna será mejor que los veinticinco años de recuerdos y complicidades que habían compartido. 

Una estupenda opera prima con una historia muy grata sobre un matrimonio de la burguesía porteña que se hace querer. La complicidad entre los personajes y la fluidez de sus diálogos es muy notable. De hecho, Juan Vera consigue que su historia recuerde a las de Linklater, pero con la ventaja de situarla en Buenos Aires y de contar con unos actorazos con una química impresionante. Que Ricardo Darín esté soberbio en el papel de maduro delicioso es algo que no sorprenderá a nadie después de ver tantas películas que él ha convertido en magníficas. Pero El amor menos pensado no funcionaría si junto a él no estuviera también Mercedes Morán, una actriz que ya me pareció excelente en películas tan estupendas como La ciénaga, Betibú, Neruda y hace bien poco en El ángel. Así que ha sido una delicia regresar a ese Buenos Aires burgués (casi neoyorquino) con esta historia tan amable como bien contada.

domingo, 2 de diciembre de 2018

O tempo futuro

de Xoan Escudero. España, 2017. 74.
2 de diciembre de 2018. Centro Niemeyer, Avilés.

Bárbara Iglesias es una chica de Pontevedra que participa en el campeonato del mundo de bobsleigh que se celebra en Innsbruck. Lo hace con Cristina Ibaseta, una chica de Gijón con la que tiene algún desencuentro. Al final las dos quedan en duodécimo lugar.

Quizá la película le venga bien a la federación asturiana de deportes de invierno, pero no veo qué pinta en la programación de cine del Niemeyer. De hecho, ni  siquiera creo que le interese a las protagonistas que, por cierto, no salen muy bien paradas.