sábado, 28 de septiembre de 2019

Pacificado

de Paxton Winters. Brasil, 2019. 120’.
28 de septiembre de 2019. Teatro Principal, 67º Festival de San Sebastián (Concha de Oro). V.O.S.

Una adolescente que vive con su madre en una favela de Río de Janeiro en los tiempos de las Olimpiadas conoce a su padre que ha vuelto de la cárcel tras pasar catorce años allí. Él es Jaca y ella Tati y los dos se llevarán bastante bien. Él era antes el líder de la favela pero ahora quiere llevar una vida tranquila al frente de un restaurante de comida italiana para turistas. Pero no le será nada fácil.

No es, ni mucho menos, La ciudad de Dios, así que la vería con agrado en Los Prados o en Parque Astur pero me niego a creer que no había nada mejor en la sección oficial para tener que darle a esta película la Concha de Oro. Además de la relación entre la chica y el padre y la forma en que los dos viven en ese entorno, me ha gustado ese plano cenital en que la cámara asciende encuadrando una escalera hasta lo alto de la favela. En Río de Janeiro, esa preciosa ciudad llena de curvas que, al decir de Galeano, fueron diseñadas por Dios el día en que Dios creyó que era Niemeyer, he visto desde abajo la belleza de las favelas encaramadas en unas montañas inverosímiles, pero no había visto lo linda que es también la perspectiva de la ciudad desde ellas. Al menos ese mérito tienen algunas imágenes de esta película que se ve bien y entretiene, pero nada más. Así que finalmente parece que ha resultado mejor la selección de películas que había hecho para este fin de semana donostiarra que las tres que hemos dejado que decidan por nosotros los jurados del festival. De todas formas, la calidad de parte de lo que hemos visto, el delicioso ambiente de la ciudad y la soleada mañana playera con marea bajísima que nos espera mañana domingo antes de volver a Avilés, hacen que haya sido un gustazo esta escapada al festival de San Sebastián. Está un poco más lejos que Valladolid, pero sin duda merece la pena. Así que está muy claro: volveremos.

Ich war zuhause, aber

de Angela Schanelec. Alemania, 2019. 105’.
28 de septiembre de 2019. Teatro Principal, 67º Festival de San Sebastián (Premio Zabaltegui-Tabacalera). V.O.S.

Un adolescente ha pasado (como poco) una noche fuera de casa. Tiene una hermana pequeña, unos profesores rarísimos y una madre que le compra a buen precio una bicicleta a un tipo laringotomizado y luego se la devuelve. 

La sección Zabaltegui es la más abierta del festival. Y el jurado parece que sabe lo que pienso sobre los premios del público y quisiera demostrar lo alejado que está de él. Tras la proyección, la mayor parte de los espectadores han pateado ruidosamente. Y yo, que no voy a la ópera de Oviedo, me he quedado con las ganas de hacerlo. De patear digo, porque lo que ha perpretado Angela Schanelec no tiene nombre (de hecho, no se lo ponen en español). Me ha recordado un poco, aunque aún me parece peor, a lo que hizo Eugène Green con En attendant les barbares, aquella cosa filmada como el que no quiere la cosa durante un curso de verano que recibió hace dos años sin ningún pudor el premio a la mejor película en el festival de Gijón. Y es que algunos jurados deben pensar que cuanto más desaliñada e improvisada es una película más cinéfilos parecerán ellos si la premian. Visto el tostón del Hamlet escolar que nos depara Angela Schanelec desde un aula alemana cuando ya parece que se ha quedado sin improvisaciones, empiezo a sospechar que en nuestras aulas de teatro de la ESO tenemos una verdadera mina que merecería ser descubierta en los festivales. Solo hay que poner allí una cámara y encontrar aquí un jurado dispuesto a parecer muy cinéfilo.

Especiales

de Olivier Nakache y Erik Toledano. Francia, 2019. 114’.
28 de septiembre de 2019. Kursaal, 67º Festival de San Sebastián (Premio del público). V.O.S.

Stephane Benhamou y Daoud Tatou lideran asociaciones que se hacen cargo de jóvenes autistas o con problemas graves de conducta. Son casos que superan a sus familias y no tienen en las instituciones más vida que la del encierro. Vemos la comprometida brega diaria de estos dos héroes casi anónimos. Y también la forma en que sortean las presiones de unos inspectores que se empeñan en buscar lo que no se ajusta a norma.  

Cuando ayer le ponía un diez a esa perla de Balagov titulada Una gran mujer, sabía que era improbable que volviera a encontrármela esta tarde en que hemos decidido ver tres de las películas que han sido premiadas (en algún caso se ignora cuál lo ha sido cuando comienza la proyección). Y es que yo no suelo coincidir con los públicos festivaleros en la valoración de la que merece ser considerada como la mejor película. Lo que me llama la atención es la facilidad con que suelen premiar lo edificante y lo emotivo al margen de los valores artísticos de las obras. Pasó en cierta medida el año pasado en Gijón con La escuela de filósofos y pasa más claramente ahora con Especiales. En todo caso, aquella me pareció mucho mejor que esta. No obstante, nada tengo que objetar a las intenciones y al compromiso de lo que aquí se cuenta, por lo demás inspirado en hechos reales. Creo que eso queda claro en el artículo que publiqué hace unos días sobre estos temas en el otro blog (Con asterisco). De todas formas me gustaría que la capacidad que el público tiene para distinguir el bien del mal (el diabólico y hasta el banal) cuando lo ve en la pantalla se transfiriera también a la vida cotidiana y sobre todo al quehacer profesional de determinadas gentes. Aunque ahora que lo pienso, muchos de los supuestos profesionales en los que pienso apenas frecuentan los cines, los teatros y me temo que ni los libros. Así que igual no está tan mal que los premios del público intenten ser edificantes y los reciban películas tan normales como Especiales. Al menos esta pone a caldo a la función inspectora, una labor que, por lo general, tiende a ser mucho más encomiable y meritoria cuando no actúa que cuando decide hacerlo.

Atlantique

de Mati Diop. Senegal, 2019. 100’.
28 de septiembre de 2019. Teatro Victoria Eugenia, 67º Festival de San Sebastián (sección: Zabaltegui). V.O.S.

Los trabajadores de una torre futurista que se construye en Dákar llevan tiempo sin cobrar sus salarios. Souleimane es uno de ellos y está muy enamorado de Ada, una chica que se va a casar con un joven potentado al que no ama. Souleimane y sus compañeros se hacen a la mar en una patera con el propósito de llegar a España. Pero la patera naufraga y todos mueren. Sin embargo, algunas noches sus espíritus vuelven para reclamar los salarios que se les debía. El de Souleimane solo quiere encontrarse con Ada.

La naturalidad con que se muestran los entornos periurbanos de Dákar y la tierna belleza de las historias de estos jóvenes senegaleses son lo mejor de una película a la que no perjudica la arriesgada apuesta por integrar a los fantasmas. Sin embargo, algunas incoherencias en la historia (muchos dicen haber visto a Souleimane cuando el modo en que regresan estos fantasmas es a traves de los cuerpos de sus novias) hacen que la película de Mati Diop no alcance plenamente la calidad que podría haber tenido. En todo caso,  no debe ser nada fácil hacer cine en Senegal y, sin embargo, Atlantique es algo más que una película correcta.

Los tiburones

de Lucía Garibaldi. Uruguay, 2019. 83’.
28 de septiembre de 2019. Cines Principe, 67º Festival de San Sebastián (sección: Horizontes latinos).

Rosina vive al lado del mar en Piriápolis. Dice que ha visto tiburones en la playa pero eso no es lo que más le importa. La relación con sus padres y sus hermanos, el interés que pudiera tener en ella un joven que trabaja para su padre o las cosas que se le ocurren cuando algo no le gusta ocupan su tiempo. En general, su actitud es indolente y contemplativa. Salvo cuando perpetra ciertas maldades.

Preadolescencia hiperrealista de una joven uruguaya. La cámara de Lucía Garibaldi sigue a Rosina con la misma naturalidad y voluntad de captar lo cotidiano que la cámara de los Dardenne seguía a Rosetta. Pero la directora uruguaya tiene más interes por el momento vital de su protagonista que por las truculencias tan del gusto de los directores belgas. Así Lucía Garibaldi se une a las maneras de mostrar familias y entornos de la cotidianidad latinoamericana que demuestran en sus películas mujeres directoras de mirada tan magnífica y poética como Cecilia Atán y Valeria Pivato (La novia del desierto), María Alché (Familia sumergida), Anahí Berneri (Alanís), Milagros Mumenthaler (La idea de un lago), Julia Solomonoff (El último verano de la boyita), Victoria Galardi (Pensé que iba a haber fiesta), Lucrecia Martel (La ciénaga, La mujer sin cabeza, Zama), Dominga Sotomayor (Tarde para morir joven), Marcela Said (Los perros, El verano de los peces voladores), Pepa San Martín (Rara), Isabel de Ayguavives (El árbol magnético) o Marialy Rivas (Joven y alocada). Así que no es nada extraño encontrar películas tan cautivadoras como Los tiburones en una sección tan oportuna en un festival español como esta de Horizontes latinos que aporta tanta calidad al de San Sebastián. Lástima que, igual que las citadas, esta película tendrá difícil llegar a nuestras carteleras comerciales. Así que los españoles que no frecuentan los festivales o los circuitos de versión original se pierden la posibilidad de conocer la gran calidad del cine que, con otros acentos, se hace en esta lengua.

viernes, 27 de septiembre de 2019

Una gran mujer

de Kantemir Balagov. Rusia, 2019. 130’.
27 de septiembre de 2019. Teatro Victoria Eugenia, 67º Festival de San Sebastián (sección: Perlas). V.O.S.
23 de diciembre de 2019. Cines Los Prados, Oviedo.

Al terminar la guerra Iya trabaja de enfermera en un hospital de Leningrado. También cuida del bebé de Masha, la amiga con la que sufrió lo indecible en el frente. Seguramente por eso tiene de vez en cuando momentos en que se queda como congelada. Uno de ellos tendrá consecuencias dramáticas. Y cambiará las vidas de las dos.

Tras la extraordinaria Demasiado cerca, no quería perderme en este festival la segunda película de Kantemir Balagov. Se programa en la sección Perlas y estoy seguro que habrá  pocas (no solo este año) tan extraordinarias como la de este director que sabe mostrar como nadie las periferias existenciales de las guerras. Y no solo de las guerras, también de las maternidades dramáticas, de las eutanasias terribles y de los amores desfallecidos con personajes y tramas paralelas que darían para otras magníficas películas (la del médico abnegado, la del vecino enamorado o la del hijo pánfilo de la jerarca comunista). Lo que aquí nos cuenta Balagov tiene la urdimbre y la complejidad de las tragedias clásicas. Una tremenda mirada ética que hace aún más relevante la estética sublime de las imágenes que en cada escena y en cada plano nos ofrecen un material depurado y cautivador. Recuerda Peter Brook que la mejor lección que recibió sobre estética se la debe a un maestro que le desveló que lo que tienen en común todas las artes es el ritmo. La materia del cine es el tiempo así que la tesis de Brook parece en él incuestionable. Pero la extraordinaria cadencia con que Balagov usa el rojo y el verde en esta película (y también el naranja y el amarillo de los cabellos pelirrojos y pajizos de las protagonistas) demuestra que la perfección rítmica también puede hallarse en las cadencias cromáticas. Y todo eso contando con unas interpretaciones singulares y portentosas a cargo de Viktoria Miroshnichenko y Vasilisa Perelygina, dos actrices que, para pasmo del espectador,  es la primera vez que hacen una película. Y esto no es la primera vez que lo hace Balagov: imposible olvidar la interpretación de Darya Zhovner en Demasiado cerca, la anterior perla de este director.  Una gran mujer solo tiene un defecto: el título que le han puesto aquí. Pero de eso no tiene ninguna culpa Balagov. Él solo nos ofrece (nada menos) una experiencia estética y ética tan áspera como fascinante. Sin duda, comparable a las que nos deparan algunas pinturas en los mejores museos. Así que seguiremos atentos a su cine.      

El Príncipe

de Sebastián Muñoz. Chile, 2019. 96’.
27 de septiembre de 2019. Cine Trueba, 67º Festival de San Sebastián (sección: Horizontes latinos).

El Príncipe es el apodo de Jaime. Se lo han puesto en la cárcel a la que acaba de entrar por haber matado a un amigo en un arrebato de celos. Él es el más joven de su celda. El mayor es El Potro, un hombre respetado por todos. La relación entre los dos será muy apasionada. Y peligrosa.

Venimos por primera vez al festival de San Sebastián y comenzamos con esta película de Horizontes latinos, una sección  de la que me hubiera gustado ver varias de las que se han proyectado esta semana. Con los discursos electorales de Allende como banda sonora en la radio y con una ambientación cálida y sórdida a la vez, El Príncipe es una historia de pasiones tórridas contada en dos tiempos. El de la iniciación carcelaria y sexual para un joven cuyo pasado de homosexualidad confusa se va evocando a retazos. La atmósfera es impecable, el relato está muy bien desarrollado y las interpretaciones son excelentes. Sobre todo la de Alfredo Castro en un registro magnífico que recuerda al que podría tener Al Pacino si fuera chileno. Por lo demás, dada la temática, no será difícil que la película la volvamos a ver el algún ciclo LGTB. Así que no hemos empezado mal esta primera tarde en el festival de San Sebastián.

jueves, 26 de septiembre de 2019

Downton Abbey

de Michael Engler. Reino Unido, 2019. 122.
26 de septiembre de 2019. Cines Parqueastur, Avilés. V.O.S.

El rey y la reina se alojarán en Downton Abbey. Los dueños de la casa están tan preocupados como el personal de servicio que será sustituido por los sirvientes del rey. O eso es lo que pretenden desde la Casa Real.

Rancio, ingenuo y muy conservador. Así es este relato que se inspira en una serie de cierto éxito. Pero viendo este subproducto tengo muy claro que yo no habría soportado ni medio capítulo y que, de estar avisado, no habría venido a ver esta película tontorrona en el contenido, impresentable en sus valores y más que obvia en su factura formal. Pero siendo inglesa y ensalzando su monarquía parece que todo vale. Lo peor es que no solo para ellos.

martes, 24 de septiembre de 2019

Utoya, 22 de julio

de Erik Poppe. Noruega, 2018. 93’.
24 de septiembre de 2019. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.

La matanza de Utoya desde dentro. Asistimos a aquel espanto al lado de una joven que huye, se esconde, busca a su hermana y ayuda a otras víctimas aterrorizada con la duda de si cada decisión que toma le salvará la vida o hará que la pierda.

Setenta y dos minutos de un plano secuencia magistral al lado de Kaja. Aquel terror insular debió ser eterno para aquellos jóvenes y eso es lo que se nos muestra en esta película inmersiva que, a pesar de su crudeza, evita los subrayados y efectismos. Erik Poppe (el director de La decisión del rey) sabe que con planos próximos y sonidos de disparos a distancia variable se crea esa atmósfera hiperrealista que, sin mostrar casi nunca al asesino y sin imágenes truculentas, consigue que la sala del cine mantenga el silencio respetuoso y tenso que corresponde a los hechos que se presentan. Tras el fundido en negro costaba empezar a hablar y levantarse de la butaca.

sábado, 21 de septiembre de 2019

Aute Retrato

de Gaizka Urresti. España, 2019. 98.
21 de septiembre de 2019. Cines Los Prados, Oviedo.

Homenaje en vida a Luis Eduardo Aute. Con imágenes anteriores de él, con dibujos animados por él, con amigos que hablan con cariño de él y con las músicas de sus canciones interpretadas por colegas muy emocionados en el concierto del pasado 10 de diciembre. Un documento gratísimo para quienes crecimos con su música y que también puede interesar a los que no.

Fue en ese cine, te acuerdas... Soy de esa generación para la que aquellas cuatro y diez fueron mucho más importantes que la mañana en que James Dean tiraba piedras al Este del Edén. Aute no solo me acompañó en aquel tiempo feliz  en que sus canciones formaban parte del repertorio íntimo y gregario de mi primera juventud. También en aquellos meses deliciosos en que nacía el Centro Niemeyer y él frecuentaba Avilés. Por eso me agrada especialmente este documental que es repaso de su trayectoria, recordatorio de sus canciones, reivindicación de este artista polimorfo y también testimonio del cariño de tanta gente que, desde los dos lados de la pantalla, recibió con tristeza la noticia de su infarto y ahora le desea lo mejor. Da gusto pensar que habrá podido ver y disfrutar con este estupendo documental. Estaría bien que fuera el primero de una serie dedicada a otros artistas como los que le homenajean aquí. Así que cine, cine, cine. Más cine por favor...

viernes, 20 de septiembre de 2019

Ad Astra

de James Gray. EE.UU., 2019. 122.
20 de septiembre de 2019. Cines Parqueastur, Corvera.

La Tierra está sufriendo una serie de tremendas emisiones de campos eléctricos que parecen venir de Neptuno. Roy McBride es enviado para contactar con el jefe de la misión Lima, un proyecto para la detección de vida inteligente fuera del Sistema Solar del que no se tienen noticias desde hace quince años. Quizá aquel astronauta siga vivo y tenga algo que ver con este extraño fenómeno que puede acabar con la Tierra. Se llamaba McBride y era el padre de Roy.

Desde la impresionante primera escena las imágenes de Ad Astra no defraudan. Sin embargo, James Gray no apuesta por la espectacularidad y prefiere centrar el relato en las emociones de ese hijo sensato y flemático que, sin embargo, no tiene muy claro por qué y para qué está buscando a su padre. La estética de las misiones Apolo y algunas inspiraciones o guiños al estilo de las mejores películas de ciencia ficción (por supuesto, 2001 pero también Gravity, Interstellar o Marte) hacen que los escenarios espaciales y las naves de Ad Astra nos resulten familiares. También hay resonancias claras de Apocalypse Now (o de El corazón de las tinieblas) en la misión de este Telémaco sideral que ha de cumplir el encargo de localizar a su padre. Y no faltan formas malickianas en esa voz interior con la que, el siempre estupendo, Brad Pitt nos va haciendo partícipes de los pensamientos de su personaje. No es tan buena como las películas en que se inspira, pero Ad Astra resulta más que interesante.

martes, 3 de septiembre de 2019

Tu fotografía

de Ritesh Batra. Alemania, 2019. 110.
3 de septiembre de 2019. Cines Los Prados, Oviedo. V.O.S.

Un fotógrafo de turistas en Bombay es presionado por su abuela para que se case. Así que le manda la foto de una chica de una casta superior que dice que le gusta. Luego los dos se irán conociendo y se entenderán muy bien. De hecho, simulan (o quizá no) que podrían ser novios. 

Dos personajes dulces y pasmados que, casi si querer, se van queriendo a pesar (o quizá por) su diferencia de clase. Ritesh Batra nos va mostrando esa relación (im)posible con sosiego, sutileza y belleza. Sobre todo por la textura de unas imágenes siempre cálidas de un Bombay nada postalero. No es una gran historia de amor con momentos intensísimos. Más bien es una historia pequeña con momentos delicados. Y esa es precisamente su virtud.