miércoles, 24 de junio de 2020

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

de José Luis Torres Leiva. Chile, 2019. 88.
24 de junio de 2020. Centro Niemeyer, V Festival de cine LGBT. Filmin, Avilés.

Dos mujeres en una casa cerca del bosque. Sufren porque se quieren. Y porque una de ellas está enferma y pronto morirá. 

De Torres Leiva había visto solo Verano pero tampoco me gustó. En esta película se nota demasiado la voluntad de contención y, aunque las actrices están bien en su gestualidad enamorada, me temo que mostrar la enfermedad postrera y sus estragos es un desafío del que no es fácil salir bien parado. Para eso hay que tener algo grande que contar y tener mucho tino para acertar en el tono. La enfermedad del domingo de Ramón Salazar y, por supuesto, Amor de Michael Haneke son dos buenos ejemplos de cómo hacerlo. Pero al lado de ellos la película de Torres Leiva resulta casi impostada y, aunque las historias medio oníricas del bosque tienen fuerza, encuentro demasiado contraste entre el cuerpo saludable de la actriz y el papel doliente y desahuciado de su personaje. Qué le vamos a hacer. Veo tanto buen cine chileno que casi me sorprende que una película hecha allí no sea estupenda.

lunes, 22 de junio de 2020

Lemebel

de Joanna Reposi Garibaldi. Chile, 2019. 96.
22 de junio de 2020. Centro Niemeyer, V Festival de cine LGBT. Filmin, Avilés.

Retrato de Pedro Lemebel. Desde el activista provocador de Las Yegüas del Apocalipsis hasta el escritor comprometido y reconocido de Loco afán, Tengo miedo torero, o Zanjón de la Aguada. Un hombre magnético y carismático que vivió con ilusión aquel Chile de Allende en el que todo parecía posible y reivindicó valientemente la libertad en aquellos tiempos opresivos en los que para los homosexuales chilenos el sufrimiento por la dictadura de Pinochet solo era el prólogo de lo que traería el sida y sus estigmas a partir de los ochenta. 

El Centro Niemeyer no solo ha perdido la Q en este festival. También ha perdido una oportunidad única para reivindicarse y para reivindicar el cine. Con un auditorio de casi mil localidades no habría tenido ninguna dificultad para acoger a los militantes de esta causa y también a los cinéfilos que teníamos mono de pantalla grande tras estos meses de abstinencia. De hecho, casi nunca se llenaban las cien butacas de la sala de cine en que se proyectaban la mayoría de las películas de este autodenominado festival que nunca ha sido muy festivo ni ha deparado festines cinéfilos. El D'A o el DocsBarcelona estuvieron en los meses pasados en Filmin porque no podían estar en el CCCB. Pero no abrir las salas del Niemeyer cuando nada impedía hacerlo y en lugar de ello añadir nueve películas (algunas ya vistas hace meses en Asturias) a la variada oferta LGTBI de Filmin es bastante más que un error. Pero de todo esto no tiene la culpa el gran Pedro Lemebel. La primera vez que estuve en Chile ya supe del aprecio que allí le tenían (al menos las gentes con las que yo me relacionaba). Y no hay duda de que había motivos para quererle. Joanna Reposi Garibaldi nos acerca a su figura con esos retratos impagables que hacen marica y chilenísima la expresividad de Frida Kahlo, con esos testimonios del Lemebel maduro al que ronda la enfermedad y con momentos tan fascinantes como la entrevista televisiva en el programa De Pé a Pá y ese final en que inesperadamente reivindica y homenajea a Carmen Carcura, la hermana del estirado presentador, que había sido torturada durante la dictadura. La película de Joanna Reposi Garibaldi tiene también algunos puntos de conexión con El viaje de Mona Lisa de la también chilena Nicole Costa. La vimos en el DocsBarcelona a través de Filmin cuando no había más remedio. Pero Pedro Lemebel  merecía estar en una pantalla bien grande aquí en Avilés.

martes, 9 de junio de 2020

Solo somos (Quién lo impide)

de Jonás Trueba. España, 2018. 80.
9 de junio de 2020. Filmin, Avilés.

Jonás Trueba sigue proponiendo y captando momentos y reflexiones de un grupo de adolescentes madrileños. Lo hace en el parque, en el instituto, en algunas casas y hasta en la nieve. A veces son muchos debatiendo sosegadamente sobre distintos temas. Otras son solo unos cuantos que comparten instantes banales o se ponen de lo más trascendentes. Así es la adolescencia española según Jonás Trueba.

El dispositivo es menos definido que en las otras películas. De hecho, podrían ser esbozos para ellas o retales reutilizados. Pero el interés de lo que se muestra se mantiene porque en los diálogos de estos chicos se revela a la vez lo efímero y lo permanente. Lo efimero de esa edad en que la forma de ver el mundo puede mudar en solo unos meses y lo efímero de unos lenguajes que cuando pase el tiempo identificarán una época. Pero tambien lo permanente de la manera de ver la vida desde esa edad en que casi todo está aún por venir. Como la carrera de la magnífica actriz que podría llegar a ser Candela Recio, esa chica que estaba estupenda en su papel en La reconquista, que también me encantó en Principiantes y que tiene un protagonismo intenso en el diálogo del último tramo de esta película. No sé si Jonás Trueba se animará a añadir nuevas piezas al proyecto Quién lo impide, pero no estaría nada mal. Y además: ¿quién se lo impide?

lunes, 8 de junio de 2020

Si vamos 28, volvemos 28 (Quién lo impide)

de Jonás Trueba. España, 2018. 80.
8 de junio de 2020. Filmin, Avilés.

Veintiocho alumnos madrileños de primero de bachillerato pasan unos días con dos profesores y una guía por Granada, Córdoba y Sevilla. Se llama viaje de estudios, pero lo más interesante pasa en el autobús, en las habitaciones y en los márgenes de los monumentos.

Como viaje de estudios es claramente mejorable, pero de lo que realmente trata la película tiene menos que ver con mi profesión que con el retrato inmediato de la adolescencia. Y hay que reconocer que la cámara de Trueba consigue ponerse en medio de estos jóvenes con una cercanía que suele estar vetada a cualquier adulto. Ellos jamás la miran ni parece que hubiera nadie más junto a ellos. Las intimidades en las noches de esas habitaciones multitudinarias, los silencios de Pablo Hoyos y sus tímidas sonrisas con esa chica que parece quererle bien, las ruidosas tonterías que amargan al profesor... Todo se nos muestra desde una proximidad que parece difícil sentir sin tener esa edad. Y de vuelta a Madrid Jonás Trueba tiene la excelente idea de añadir ese epílogo con el diálogo que siguió, seis meses después, a la proyección de la película en el propio instituto. En él, esos mismos adolescentes que ya están en segundo de bachillerato, comentan cómo se ven y casi no se reconocen en el espejo filmado de unos instantes de sus vidas que quedaron fijados en esta película. En ese salón escolar vuelven a ser esa gente lúcida y reflexiva que Jonás Trueba nos muestra en Tú también lo has vivido. Y la verdad es que se agradece.

domingo, 7 de junio de 2020

Tú también lo has vivido (Quién lo impide)

de Jonás Trueba. España, 2018. 52.
7 de junio de 2020. Filmin, Avilés.

Decenas de adolescentes hablan con Jonás. Lo hacen de dos en dos o de tres en tres. Están sentados frente a la cámara y expresan con mucha sinceridad la forma en que viven su edad. Hablan de la manera en que los perciben y se perciben, de la presión escolar, de la política, del amor, de la amistad, de Dios o del feminismo. En suma, de todo lo que debería  interesar a cualquier edad.

El dispositivo es sencillo y convencional. Pero viendo la naturalidad y sinceridad con que Jonás Trueba consigue que se expresen estos adolescentes, se entiende su facilidad para esa dirección de actores con la que consigue fundir persona y personaje en sus obras de ficción. Esta no lo es. Al contrario, es un retrato generacional y un testimonio de un tiempo concreto: el de quienes tenían más o menos la misma edad que el siglo cuando se filmó esta película. No salimos nunca del aula, pero con lo que dicen estos jóvenes se revelan muchas cosas de cómo es su vida fuera de ellas y de la difícil negociación que deben entablar con las exigencias de la vida escolar. Tú también lo has vivido es una maravilla que reconcilia con la condición humana en esa edad tan crucial. Por eso debería ser vista por mucha gente. Y, por supuesto, por los docentes.

Principiantes (Quién lo impide)

de Jonás Trueba. España, 2018. 60.
7 de junio de 2020. Filmin, Avilés.

Jonás Trueba nos muestra cómo les va a  Pablo y a Candela, los adolescentes de la parte final de La reconquista. Primero a Pablo según Candela, porque ella pone voz explicativa a las imágenes que vemos de él: su incomodidad con los amigos, su descubrimiento de algo que quiere y no sabe expresar. Luego será Pablo quien ponga voz a lo que sabremos de Candela: sus encuentros con Silvio en la zona de Plaza España y Debod, en su pueblo extremeño de La Raya, en el cine Doré y en el apartamento de la amiga.

Quién lo impide es el título de este proyecto de Jonás Trueba formado por cuatro películas con y sobre adolescentes. Y es un regalo que la primera que veo de las cuatro esté protagonizada por Candela Recio y Pablo Hoyos, aquellos deliciosos adolescentes de La reconquista. La referencia a la película es explícita desde el comienzo y los dos siguen manteniendo relación con Itsaso Arana y Francesco Carril, los protagonistas de aquella. Las palabras de cada uno de estos adolescentes sobre los momentos que vive (o imagina sobre) el otro se hilvanan magníficamente con unas imágenes que nos devuelven a esos momentos de intensidad infinita que parecen patrimonio natural de la adolescencia. Tratándose de Jonás Trueba, en Principantes hay cine dentro del cine (los carteles de la Reconquista, la película Fragil como el mundo de Rita Azevedo Gomes en el Doré) y una mirada sutil y muy próxima a la adolescencia que seguramente hará que resulte estupenda esta tetralogía. También advierto ciertas querencias hacia lo religioso en la escena de la epifanía (¿cinéfila?) de Pablo en las ruinas de la iglesia. Eso me hace pensar que esa dimensión, también presente en La virgen de agosto (su anterior y magnífica película estival), pudiera ser otro tema que cobre cierta presencia en el cine de Jonás Trueba. Por el momento, es una gratísima e inesperada sorpresa poder ver seguidas estas cuatro películas de uno de los directores más interesantes del panorama actual.

jueves, 4 de junio de 2020

Niña mamá

de Andrea Testa. Argentina, 2019. 66.
4 de junio de 2020. 28ª Mostra Internacional Films de Dones Barcelona. Filmin, Avilés.

Mujeres de entre trece y veinte años hablan con sinceridad con profesionales del cuidado en un hospital público de Buenos Aires. Unas están recién paridas. Otras a punto de hacerlo (o haciéndolo). Muchas ya tienen varios hijos. Y algunas (las menos) han decidido abortar.

Mujeres, humildes y jóvenes. Esas tres condiciones (o circunstancias) unen a las filipinas de Overseas, el magnífico documental de Sung-A Yoon que vimos en el reciente DocsBarcelona, y a estas argentinas que también expresan la bondad radical de la condición humana. Son mujeres que han sufrido mucho y que seguramente seguirán sufriendo, pero todas ellas dan lecciones de coraje y de ternura hasta cuando insisten en no abortar. Su paciencia, su cariño hacia los niños y su estoicismo ante la vida son virtudes que sorprenden en chicas tan jóvenes. Pero lo que debería sorprender es que esas actitudes no sean valoradas en ese mundo áspero y macho que ni siquiera sabe que lo es. Las cuidadoras que hablan con ellas, y cuyos rostros no vemos, quieren lo mejor para esas mujeres y en esa isla de comprensión hospitalaria les prometen que tendrán apoyo, si no para cambiar sus vidas, al menos para que les resulten vivibles y recuperen la dignidad. Niña mamá me inspira sobre todo ternura y compasión. Sé que, frente a la ira y la rabia, son sentimientos bastante menospreciados. Pero esas mujeres humildes y jóvenes saben como nadie que son mucho más necesarios.

miércoles, 3 de junio de 2020

Mi nombre es Bagdá

de Caru Alves de Souza. Brasil, 2020. 96.
3 de junio de 2020. 28ª Mostra Internacional Films de Dones Barcelona. Filmin, Avilés. V.O.S.
 

Bagdá es una chica con pelo corto, pantalones anchos y mucha afición por el monopatín. Así que a veces comparte con los chicos hormigón y piruetas, pero se encuentra mejor con las mujeres de su familia. Tolerancia y complicidad femenina frente a prejuicios y aspereza masculina. Así son los mundos en los que habita Bagdá.

Las intenciones edificantes son bien visibles. De hecho, la película podría formar parte de la sección Enfants terribles del festival de Gijón o de cualquier festival LGTBI. Sin embargo, aunque se agradece el naturalismo de muchas escenas, el discurso es algo básico y la película tiene también momentos cercanos al videoclip. Grace Orsato tiene mucha fuerza interpretando a la protagonista aunque creo que sus cualidades para la interpretación son mucho mayores que las que tiene para el monopatín. Quizá sea porque esperaba mayor marginalidad urbana o existencial (en la línea, por ejemplo, de la magnífica Los hongos del colombiano Óscar Ruiz Navia) pero, por más que haya recibido el gran premio del jurado en el Festival de Berlín, la historia de esta patinadora adolescente me parece bastante menor.