viernes, 31 de mayo de 2019

Ray & Liz

de Richard Billingham. Reino Unido, 2018. 107.
31 de mayo de 2019. Laboral Cinemateca, Gijón. V.O.S.

Ray, Liz y sus dos hijos (el propio Richard y su hermano pequeño Jason). Vemos a Ray cuando ya es viejo y vive encerrado en su habitación pendiente solo de las tres botellas de cerveza que le llevan cada día. También contemplamos escenas cotidianas de la infancia de esos niños que se criaron en una familia a la deriva.

Con una ambientación perfecta en su feismo, con unas interpretaciones impresionantes encarnando la marginalidad y con unos encuadres fascinantes (los primeros planos de insectos, los espacios desvencijados, la luz cálida de los interiores invernales) Richard Billingham consigue trasladar con mucho éxito su experiencia como fotógrafo a esta autobiografía áspera y conmovedora que podría compartir contextos e intenciones con el cine de Ken Loach, pero que también aporta una poética propia que hace que el espectador no tenga claro si ha asistido a un elegantísimo retrato del desvalimiento o a una evocación sentimental hiriente y compasiva a la vez. Ray & Liz es una película tremenda (aunque nunca tremendista) con la que Billingham demuestra que un buen fotógrafo puede ser también un gran director si tiene algo que contar y sabe cómo hacerlo.

jueves, 30 de mayo de 2019

Bajo arresto

de Quentin Dupieux. Francia, 2018. 73.
30 de mayo de 2019. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.

Un hombre declara en una comisaría como testigo de la muerte de una mujer. El policía que lo interroga no es muy diligente y la cosa se prolonga. Tanto que el hombre presencia (y oculta) la muerte de otro policía bastante pánfilo. Mientras  recuerda los hechos, los personajes del presente aparecen en sus evocaciones del pasado y le preguntan por lo que va a pasar con ellos. La perplejidad del interrogado aumentará cuando acabe por no saber si está en una comisaría o en el escenario de un teatro. Ni si lo que le sucede es real o simplemente una ficción.

El hábil cruce entre realidad y ficción y las intersecciones entre el presente y el pasado son los aspectos que más me gustan de una película un tanto surrealista que al principio me parece que solo contendrá resortes para provocar la risa en quienes la tienen fácil. Pero no. Los intérpretes están muy bien y la historia, inicialmente bastante estúpida, se va haciendo más interesante con esos extravíos entre el presente y los recuerdos y con esas dudas que acabamos compartiendo con el protagonista sobre si lo que hemos visto es realmente una ficción.

viernes, 24 de mayo de 2019

Love me not

de Lluís Miñarro. España, 2019. 86.
24 de mayo de 2019. Laboral Cinemateca, Gijón. V.O.S.

En mitad del desierto unos soldados custodian el pozo en el que está recluido Jokanaan, un peligroso islamista con pinta de profeta. Salomé queda fascinada por él y cuando su padre, el comandante Antipas, le ofrece cualquier cosa si ella baila para él, Salomé le pide la cabeza del profeta. En ese lugar desolado también están la mujer del comandante y un par de soldados mexicanos llamados Hiroshima y Nagasaki.

La Salomé de Óscar Wilde recreada en un campamento militar durante la guerra de Irak. Lluís Miñarro no se pone límites en la construcción de una historia que a buena parte del público le ha parecido disparatada. El recuerdo de la magnífica Stella Cadente que presentó en el Niemeyer en 2014 seguramente me han predispuesto a favor de esta historia. De hecho, la referencia a Babel en la estupenda escena inicial en la que el catalán se mide sin pudor con el inglés me hace pensar que uno de los subtextos de la película (si es que los tiene) podría estar relacionado con las lenguas. Además de esas dos, se habla árabe y también español con varios acentos (los diálogos de los mexicanos con nombres japoneses me parecen estupendos). Miñarro combina recursos teatrales (las escenas largas de conversaciones y la del baile en la tienda del comandante) con planteamientos metafísicos (los planos de y desde el pozo, las imágenes cenitales del desierto...) y con provocaciones surrealistas (los penes, los pezones, los reptiles...) que dan al conjunto una aspecto desmañado que seguramente descoloca a buena parte del público. A mi no me molesta esa amalgama de imágenes provocadoras que no siempre son coherentes con un guión que a veces tiene la verosimilitud propia de la improvisación y a veces parece pretender que se note mucho su escritura. Lo que encuentro más débil es quizá el centro de gravedad de la historia: ese profeta místico (¿será un guiño, por contraste, al musulmán encarcelado de la película de Jacques Audiard?) que ocupa un lugar central en este cuadro surrealista, pero al que no encuentro mucha más relevancia que a los genitales de los mexicanos o a los reptiles de los créditos. Contra la perplejidad que seguramente habrá causado, a mi me ha encantado esa escena final con la protagonista cantando en un garito de Ciudad de México la canción de la Salomé eurovisiva. Sin embargo, Love me not no me deja tan buen recuerdo como Stella Cadente. Y no por la historia ni por la forma de contarla. Más bien porque no encuentro aquí la elegante y coherente atmósfera de aquella película igualmente arritmica pero mucho más perturbadora. Tengo que añadir, en todo caso, que lo mejor de la tarde no ha sido la película sino poder participar en el excelente curso que se desarrolla aquí durante este fin de semana (diez horas en total) y asistir a un magnífico repaso de la (contra)historia del cine español entre 1931 y 2018 de la mano de Luis E. Parés, un joven erudito amenísimo, un tipo con mucho criterio y un comunicador excepcional que nos ha hecho pensar y disfrutar muchísimo con su fundamentada reivindicación de una historia del cine español alejada de los tópicos y del habitual menosprecio propio de la amnesia. Escucharlo en el Paraninfo y charlar con él en la comida del sábado ha sido una delicia.

miércoles, 22 de mayo de 2019

Sombras

de John Cassavetes. EE.UU., 1959. 87’.
22 de mayo de 2019. Museo de Bellas Artes de Asturias (salón de actos del Museo Arqueológico), Oviedo. V.O.S.

Tres hermanos negros comparten piso en Nueva York. Lelia parece blanca, así que cuando el joven con el que acaba de tener su primera relación sexual conozca a sus hermanos dudará de si quiere seguir con ella. Cuando decida que sí y pretenda volver con ella uno de los hermanos se lo impedirá.

La próxima programación en el Museo de Bellas Artes del proyecto expositivo "Guerrero/Vicente" es el motivo de que se programe otro de los estupendos ciclos de cine que organiza el museo con la ayuda de Pablo de María, el director de SACO y programador de los ciclos RADAR del Filarmónica. El ciclo que ahora comienza se titula "Nueva York bajo la influencia" e incluye cuatro películas relevantes del cine  independiente americano realizadas en esa ciudad en las décadas de los sesenta y setenta.  En la presentación del ciclo, además de Pablo de María, estuvo presente Alfonso Palacio que, como director del museo, señaló la conexión de este ciclo con la exposición de aquellos artistas españoles que formaron parte de las vanguardias plásticas neoyorquinas de entonces. También presentó la película y la comentó en el coloquio Samuel Fuentes Berros (el director de Bajo la piel del lobo) que señaló la relevancia de esta opera prima de Cassavetes no solo en su trayectoria sino como anticipo de esa apuesta radical por el realismo en las historias, por un trabajo con los actores basado en la improvisación y por dispositivos fílmicos alejados de las maneras propias de la industria. Así que, tras la magnífica clase magistral de la semana pasada en Avilés a cargo de Jaime Rosales, ha sido muy interesante este regreso a los orígenes de ese cine independiente americano que miraba más el neorrealismo italiano que a las formas canónicas del cine hollywoodiense.

martes, 21 de mayo de 2019

Sombra

de Zhang Yimou. China, 2018. 116’.
21 de mayo de 2019. Cines Los Prados, Oviedo.

En tiempos remotos un comandante engaña a su rey mediante otro hombre que, como una sombra, se hace pasar por él. El rey se parece más a Luis I de España que al Calígula de Camus. Aunque parece que no la quiere, finalmente habrá una guerra muy vistosa, con paraguas llenos de cuchillas, en la que el comandante y su sombra reconquistarán una ciudad para el reino. También habrá traiciones que dejarán al rey y al comandante bastante malparados.

Luchando bajo la lluvia en un juego de tronos. De eso va esta historia épica con estética muy china y bastante sangre (por suerte atenuada por la lluvia y por una fotografía casi en blanco y negro). Sombra está en la senda de Hero y La casa de las dagas voladoras, aunque creo que quizá es menos espectacular que aquellas. De todas formas, reconozco que no tengo mucho criterio para un género que más bien me fatiga y me aburre. Desde luego, me gusta bastante más el Yimou de Amor bajo el espino blanco o el de Regreso a casa. Son dos tipos de cine que tienen poco que ver aunque los frecuente el mismo director. Está claro que los juegos bélicos y los tronos medievales tienen su público, pero yo no formo parte de él.

lunes, 20 de mayo de 2019

Casi imposible

de Jonathan Levine. EE.UU., 2019. 120.
20 de mayo de 2019. Cines Parqueastur, Corvera.

Un periodista radical al que acaban de despedir se encuentra con la Secretaria de Estado americana. Ella fue su primer amor cuando él tenía trece años y entre los dos parece que vuelve a haber bastante química. Así que el periodista desarrapado se convierte en el asesor que le escribe los discursos a esa política que en guapura y en progresía no tiene nada que envidiar a Obama. Al final ella llegará a ser presidenta y él primer caballero de los Estados Unidos.

Me gusta Charlize Theron y creí que la historia sería algo así como un Notting Hill  en versión ácida. Eso explica que viniera a ver una película que por el título, el cartel y la sinopsis estaba claro que no era para mi. Charlize Theron está muy guapa, pero ironías radicales no hay ninguna. En fin.

domingo, 19 de mayo de 2019

Blaze

de Ethan Hawke. EE.UU., 2018. 127.
19 de mayo de 2019. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.

Impresiones sobre el arte y el carácter de Blaze Foley, un cantante de country americano que se convirtió en leyenda por sus canciones y por su trágica muerte. Vemos momentos de su historia de amor con Sybil Rosen, instantes de la noche en que lo mataron y declaraciones en un programa de radio de los amigos que lo añoran.

Ethan Hawke apuesta por una fotografía cálida para una película que evoca instantes de la vida de un artista para el que la pasión, la felicidad y la amargura debieron ir siempre de la mano. El tono de la historia es tan fragmentario como la materia de la que están hechos los recuerdos. Las interpretaciones de Ben Dickey y Alia Shawkat en los papeles de Blaze y de Sybil son magníficas. Y la música es tan grata como el ambiente de esos garitos en los que un hombre emocionado luchaba con su guitarra por conmover a los parroquianos. Así que Ethan Hawke demuestra que, además de ese excelente actor que uno siempre asocia con el cine de Linklater, es también un estupendo director que ha sabido reivindicar con una  mirada muy apropiada a esta figura tan singular del country americano. Siento no haber conocido antes la música de Blaze Foley. Seguro que habría disfrutado aún más de esta estupenda película.

jueves, 16 de mayo de 2019

Vida en sombras

de Llorenç Llovet-Gràcia. España, 1948. 74.
16 de mayo de 2019. Casa de la Cultura, XVIII Certamen Nacional de Cortometrajes de Avilés.

La vida de un hombre nacido para el cine. De hecho, nació con el cine y en un cine. Es un barcelonés que vio la luz durante una proyección de Lumière, que disfrutó de la infancia con Charlot y que, tras ver Rebeca de Hitchcock, decidió hacer una película. La película de su vida. Esta.

Hace tres años Nueve cartas a Berta. Hace dos El mundo sigue. Y ahora esta joya olvidada durante tantas décadas. El Festival Avilés Acción está configurando una especie de minisección que reivindica el cine clásico español y que esta tarde no solo nos ha permitido descubrir esta singularísima obra sino asistir también a una extraordinaria lección sobre la historia de nuestro cine con la magnífica presentación que Daniel S. Salas ha hecho de la película. Siete décadas después de filmada y tras un estreno poco afortunado que la condenó al olvido se recupera el valor de esta Vida en Sombras que es un melodrama clásico y un repaso  moderno y autorreferencial al primer medio siglo de la historia del cine. Ni siquiera la presencia de Fernando Fernán Gómez y de María Dolores Pradera en los papeles protagonistas permitió que se reconociera el valor de un trabajo que debería formar parte del imaginario histórico del cine español. El relato dentro del relato, el zootropo que acompaña al protagonista, el latido que le ilumina desde el cine en que se proyecta Rebeca son solo algunos de los muchos elementos singulares de una película llena de pasión por el cine y por su historia. El protagonista y su drama es también un trasunto de la propia obsesión de aquel director que mereció formar parte de los grandes de la historia del cine español pero que solo pudo hacer esta película y no logró ser reconocido fuera de Sabadell. Así que ha sido un verdadero lujo poder ver, con la magnífica calidad de proyección que desde hace unos meses tenemos en esta sala, esta película recuperada para el patrimonio cultural de un país que no siempre lo estima como merece.

miércoles, 15 de mayo de 2019

Impulso

de Emilio Belmonte. España, 2017. 85.
15 de mayo de 2019. Casa de la Cultura, XVIII Certamen Nacional de Cortometrajes de Avilés.

Rocío Molina bailando en los escenarios y fuera de ellos.  Impresionando al público en los mejores teatros europeos y ensayando con su grupo en su taller andaluz. Vemos la expresividad rotunda de ese cuerpo trabado y la concentración intensa de esa artista que busca el límite en todo lo que hace.

Me encanta Rocío Molina. He visto los dos espectáculos que ha traído a Asturias y me parece una artista singularísima y fascinante. En sus creaciones solo está ella y sus músicos, así que se expone mucho más que esas otras grandes de la danza que lideran coreografías espectaculares pero cuyo trabajo está siempre arropado por un cuerpo de baile empeñado en que destaquen. Así que sabía que este documental me iba a gustar. Es verdad que el dispositivo narrativo podría haber sido más pregnante, pero lo importante era ver la sinceridad y la entrega de una artista a la que nunca parece incomodarle la presencia de la cámara. La programación del Festival Avilés Acción suele ser muy buena en los cortos que concursan, pero es extraordinaria en los largos que también se proyectan cada día y en las actividades paralelas. Por ejemplo, hoy Impulso ha estado precedida de La Chana, esa película sobre una bailaora inconmensurable que nos maravilló en el Zumzeig de Barcelona. De hecho, si aquel documental magnífico tenía un clímax impresionante en el homenaje que se le rindió a la veterana bailaora en el Teatre Nacional de Catalunya, Impulso forma con él un díptico perfecto en esa escena en que Rocío Molina la invita a bailar con ella (con "su nieta", en palabras de La Chana) en el espectáculo total que ofreció en Sevilla. Pero no solo la tarde ha sido magnífica en este festival que estrenamos en la mañana del lunes trayendo a más de cien alumnos de 1º de bachillerato para ver siete cortos de la sección "Iguales y diferentes". Ayer y hoy nos ha proporcionado momentos inolvidables como la proyección anoche de Petra, con presentación del propio Jaime Rosales y con un estupendo coloquio que se prolongó hasta la medianoche y que fue un preámbulo magnífico para la clase magistral que dio esta mañana en la Factoría Cultural. Por suerte, pude asistir a esas tres horas de lección impresionante sobre cine en las que este genial director (a mi juicio uno de los más interesantes del panorama actual) demostró que no solo es un cineasta singularísimo y un escritor más que interesante (recomiendo vivamente la lectura de El lápiz y la cámara) sino también un tipo estupendo al que da gusto escuchar y que es muy generoso compartiendo lo mucho que sabe sobre cine y lo mucho que piensa sobre cómo debe hacerse. Todo un lujo en Avilés.

miércoles, 8 de mayo de 2019

Vitoria, 3 de marzo

de Victor Cabaco. España, 2018. 90.
8 de mayo de 2019. Cines Parqueastur, Corvera.

El 3 de marzo de 1976 la policía de Manuel Fraga desolojó con extrema violencia la iglesia de Vitoria en la que se celebraba una asamblea de trabajadores. A la salida se usó fuego real que acabó con la vida de cinco personas. Con elementos de ficción, la película recrea aquellos hechos.   

Las grabaciones de las comunicaciones de la policía durante aquella tarde y el requiem que Lluis Llach compuso sobre aquellos hechos infames son seguramente lo mejor de una película demasiado convencional en las partes ficcionadas. El recuerdo de aquel tiempo y la emoción de en su momento supuso para mi aquel disco me han animado a ver una película de la que había leído críticas regulares. Supongo que la voz de Paco Ibáñez en A galopar con que se abre la película y la de Lluis Llach en Campanades a mort con que se cierra no les diran lo mismo a quienes no vivieron aquellos tiempos. Aunque seguramente les interesará escuchar unas grabaciones que han motivado que no hace mucho una juez argentina investigara unos hechos que en España nunca han llegado a los tribunales.

lunes, 6 de mayo de 2019

Leonardo. Quinto centenario

de Francesco Invernizzi. Italia, 2019. 90’.
6 de mayo de 2019. Cines Los Prados, Oviedo. V.O.S.

En el quinto centenario de la muerte de Leonardo este documental italiano repasa aspectos ya sabidos sobre la figura de aquel genio y los relaciona con la naturaleza y con el presente.

Música enfática, actualizaciones temáticas poco pertinentes (por ejemplo, los aviones, helicópteros y barcos del ejército italiano) y declaraciones de expertos que  aportan poco van llenando hora y media de una película que parece querer adscribirse a la serie de documentales de calidad sobre artistas clásicos. Sin embargo, este no lo es. Leonardo se merecía mucho más.

domingo, 5 de mayo de 2019

Burning

de Lee Chang-Dong. Corea del Sur, 2018. 148’.
5 de mayo de 2019. Teatro Filarmónica, Oviedo. V.O.S.

Jongsu se encuentra con Haemi y los dos retoman una relación que podría convertirse en amorosa. Él queda encargado de cuidar de su gata mientras ella hace un viaje por África. Pero cuando regresa viene con Ben, un joven que conduce un Porsche y vive en un piso muy lujoso. Jongsu se obsesionará con Ben cuando, de repente, Haemi desaparezca sin dejar ningún rastro. 

Parece que va a derivar en un thriller, pero Chang-Dong mantiene esta historia de Murakami en un tono en el que interesan más lo que no sabemos de los tres personajes que la posible truculencia de sus relaciones. El tono del relato es muy contenido pero nunca aburrido. Al contrario, cada vez se hacen más interesantes las indagaciones obsesivas de un Jongsu que parece tener clara la maldad de Ben aunque para el espectador las cosas no estén tan claras. Así que, a pesar de las perplejidades que genera (o quizá precisamente por ellas), Burning es una película muy interesante.

jueves, 2 de mayo de 2019

Cuentos de la luna pálida

de Kenji Mizoguchi. Japón, 1953. 96.
2 de mayo de 2019. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.

Dos artesanos del Japón rural del siglo XVI se dejan llevar por su ambición en tiempos de guerra. Los dos abandonan a sus mujeres para cumplir sus sueños. Uno quiere hacerse samurai y lo acaba consiguiendo, pero a su mujer no le quedará más remedio que prostituirse. El otro es alfarero y va a la ciudad para vender sus vasijas. Allí conoce a una princesa que le cautiva y con la que se casa. En realidad se trata de un fastasma que lo aleja de su hogar verdadero al que solo volverá cuando su mujer ya haya muerto.

Cuentos morales de temática muy antigua y lecturas quizá más recientes. Eso me parece este clásico del cine japonés bien restaurado (también aquí ha intervenido Scorsese) que se ve con interés por su ambientación impecable y por momentos tan poéticos como los de la barca entre la niebla o el regreso a la casa de la mujer muerta. Aunque la lección moral de la película de Mizoguchi podría limitarse a la crítica de esa intemporal masculinidad bronca y ambiciosa, la radicalidad con que se sitúa la historia en el mundo tradicional japonés me hace pensar que en 1953 también pudo significar una denuncia metafórica de un extravío más reciente: el de una guerra que sacó a los japoneses de su feliz ensimismamiento.