15 de diciembre de 2012. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
Las imágenes de sus edificios son tan cautivadoras como los primeros planos de su rostro. Oscar Niemeyer dice que la arquitectura no es lo más importante, que lo más importante son las personas. Por eso estaba obsesionado por crear belleza, por hacer que solo con mirar sus edificios se produzca la emoción. Galeano dice que Niemeyer detestaba el ángulo recto tanto como el capitalismo y que sus curvas están inspiradas en la naturaleza, en las bellas formas de esas montañas de Río que seguramente fueron hechas por Dios el día en que Dios creyó que era Niemeyer. En la Ría de Avilés tenemos una prueba evidente de que Galeano tiene razón. Antes de ver la película se organizó un pequeño acto de homenaje al arquitecto que nos regaló esta joya y que hoy hubiera cumplido 105 años (falleció hace solo diez días). Durante la proyección la emoción traspasaba la pantalla y se sentía en los gestos del público (en buena parte, los amigos de Yo Apoyo Centro Niemeyer que tanto han luchado por defenderlo en los tiempos miserables que vivimos mientras gobernaron en Asturias unos individuos que no merecen ser nombrados aquí). El aplauso final fue muy sentido. Tanto como la emoción al deslizarse las cortinas laterales del cine (para mi, el más hermoso del mundo) y ver iluminadas tras los cristales las curvas blancas que conforman la maravillosa plaza de este centro cultural. Algunos tenemos la suerte de vivir al lado de un lugar en el que al salir del cine nos espera siempre la belleza. La vida es un soplo, pero algunos soplos alientan a vivir. Gracias Oscar.