sábado, 29 de junio de 2019

Los días que vendrán

de Carlos Marqués-Marcet. España, 2019. 94’.
29 de junio de 2019. Cines Los Prados, Oviedo. V.O.S.

Vir y Lluís temen que ella esté embarazada. De hecho, cuando el Predíctor se lo confirma, los dos están de acuerdo en abortar. Pero antes de hacerlo se dan cuenta de que no tienen tan claro que quieran interrumpir ese embarazo. Así que los meses siguientes serán complicados para los dos. Y es que el estado de buena esperanza que comparten también está lleno de discusiones y de dudas.

Me había gustado mucho 10.000 Km. y me había gustado muy poco Tierra firme. Pero Los días que vendrán me ha encantado. El guión es magnífico y las interpretaciones no pueden ser mejores. De hecho, los protagonistas son pareja en la realidad y el embarazo que vemos es el que ellos mismos están viviendo (aunque de forma bien distinta). Hemos tenido que esperar casi hasta las once de la noche para poder ver esta película tal como fue creada: en catalán y en castellano. Y menos mal que por lo menos hay una sesión (una sola) en versión original cada día. Lo cierto es que esta historia bilingüe (que doblada deja de serlo) es una verdadera delicia. Un ejemplo de ese buen cine cercano y apto para todos los públicos que debería ver mucha gente. Por ejemplo, los que quizá sin saberlo están haciendo de las mascotas sustitutos de los niños. O los que creen que su experiencia de la paternidad o la maternidad no tiene precedentes (en este sentido son estupendos los vídeos de la familia de la actriz y la escena en casa de sus padres). Y, por supuesto, también deberían verla en su versión original esos que no entienden la fortuna que supone vivir en el país en que nació la lengua europea con más hablantes en el mundo y tener la suerte que aquí también se hable lengua tan bella como el catalán. Pero para eso, deberíamos considerar casi un delito que una lengua española se doble  (y, por tanto, se silencie) en nuestros cines o en nuestras televisiones. Pero aquí hay demasiada gente lingüísticamente acomplejada que padece esa curiosa enfermedad con dos síntomas llamativos: la anglofilia papanatas y la catalanofobia irresponsable.