de Avelina Prat. España, 2025. 114’.
10 de mayo de 2025. Cines Embajadores-Foncalada, Oviedo.
La mujer de Fernando le abandona sin decir nada. Ha vuelto a Serbia y no parece que quiera volver. Así que él deja las clases de geografía que daba en la universidad y se va sin ningún plan a la costa portuguesa. Casi por azar acaba trabajando de jardinero en una quinta para una mujer que también ha dejado atrás otro pasado.
Una delicia. Una maravilla. Tras esa primera joya titulada Vasil, Avelina Prat nos ofrece una película en la que de verdad uno querría quedarse a vivir. La historia no puede ser más delicada, amable, amorosa y bella. Y tiene personajes con alma, de carne y no de hueso, que se cuentan pequeñas historias y dejan fluir sus vidas, sin rumbo ni prisa, sabiendo que cualquier lugar puede ser el mejor del mundo si uno se detiene a quererlo. Puede serlo Barcelona, Esposende y, por supuesto, esa quinta fascinante desde la que Manuel, que ya no es Fernando, declara que no se le ha perdido nada en Guimarães. Con esta maravilla, Avelina Prat ya tiene un lugar muy singular en el panorama del cine ibérico y europeo. Y no podemos más que agradecerle haber creado esos magníficos personajes que interpretan María de Medeiros y Manolo Solo (y todos los demás) en ese paraíso en el que han aprendido a ser y dejarse estar. Él no deja de hacer maravillas (solo hay que recordar su papel en Cerrar los ojos de Víctor Erice) y a ella la cámara la quiere casi tanto por su gesto como por su deliciosa voz, esa que nos embelesó aquella noche en que vino al Niemeyer para presentarnos Capitanes de abril (justo antes de que yo decidiera empezar abrir blog). Así que salimos del cine con muchas ganas de volver a la deliciosa raya que es nuestro lugar en el mundo y desde allí escaparnos una y otra vez a esos paraísos cercanos que siempre nos esperan en Portugal.