de Alex Parkinson. Reino Unido, 2025. 93’.
1 de septiembre de 2025. Cines Parqueastur, Corvera.
Chris Lemons trabaja como buzo reparando tuberías submarinas en el Mar del Norte. En uno de esos trabajos queda a noventa metros de profundidad desconectado del barco y con solo diez minutos de oxígeno. El rescate será complicado y pasará casi media hora inconsciente y sin poder respirar.
Entre mis paracinefilias está el interés por historias sobre situaciones al límite. Eso incluye, por ejemplo, tipos con un brazo atrapado entre las rocas (127 horas, de Danny Boyle), equilibristas que se atrevieron a tender un alambre entre las torres gemelas (Man on Wire, de James Marsh, y El desafío, de Robert Zemeckis) o submarinos en el fondo del mar (Kursk, de Thomas Vinterberg). Por eso me ha interesado la película de Alex Parkinson basada en el documental Last Breath que él mismo dirigió en 2019 con Richard Da Costa). Desde luego no es la mejor película de este curioso género, pero tiene el interés de situarnos en lugares tan extraterrestres como los fondos marinos y mostrarnos artefactos tan impresionantes como las estructuras de las conexiones gasísticas en el Mar del Norte. Que el protagonista sobreviva tanto tiempo sin oxígeno (por más que la temperatura y la presión lo expliquen en parte) es verdaderamente sorprendente y ningún guionista se atrevería a proponer un final así. Pero es que, a diferencia de la ficción, la realidad no está obligada a ser verosímil.