29 de abril de 2020. Filmin, Avilés.
La Biblioteca Pública de Nueva York no es solo el vetusto edificio de la Quinta Avenida con la Calle 42 ni un gran almacén de libros. Es una enorme red de centros culturales distribuidos por toda la ciudad que tienen clara una cosa: que la cultura es un bien público fundamental y un derecho de todas las personas. De todas.
El director de National Gallery utiliza un dispositivo parecido al de aquella magnífica película para hacernos partícipes de la inmensa diversidad y riqueza de esa institución ejemplar que es la Biblioteca Pública de Nueva York. Sin ningún busto parlante ni ninguna voz narrativa, la cámara nos va situando durante tres horas y cuarto en medio de conferencias, conciertos, sesiones poéticas, talleres educativos, encuentros cívicos y hasta lecturas de libros. Una serie de pequeños cortes de entre dos y ocho minutos se van hilvanando con imágenes de las calles de Nueva York y los pasillos del edificio histórico de esta gran red comunitaria al servicio de la cultura y la participación social. Como en National Gallery también asistimos a las reuniones internas en las que los responsables de esta magna institución discuten y deciden esas políticas responsables que hacen de la Biblioteca Pública de Nueva York mucho más que un lugar (unos lugares) donde consultar o llevarse libros prestados. Y eso es algo que, por lo demás, no le resulta extraño a quien hace casi cincuenta años comenzó a frecuentar aquella pequeña biblioteca pública de la calle Jovellanos no solo para estudiar y llevarse libros, sino para despertar al mejor cine, a los coloquios más inspiradores, a los conciertos y muy pronto también al teatro. Así fue como algunos fuimos sabiéndonos poco a poco compatriotas de Giner de los Ríos, de Lorca y de Max Aub. Y habitantes de ese país sin fronteras que nos hace sentirnos como en casa en cualquier centro cultural. Ya sea en Avilés, Salamanca, Barcelona, Buenos Aires o Nueva York.