de Viggo Mortensen. EE.UU., 2023. 129’.
11 de mayo de 2024. Cines Embajadores-Foncalada, Oviedo. V.O.S.
Después de la maravilla de Falling, Viggo Mortensen lo ha vuelto a hacer. Ha escrito y dirigido esta película magnífica, que además ha protagonizado con Vicky Krieps, componiendo una de las historias de amor más hermosas que yo haya visto en los últimos años. Hasta el fin del mundo es un western impecable y memorable. La cadencia, el guion, los paisajes y el cuidado de todos los detalles (en esto me ha recordado la habilidad de Jonathan Glazer para hacernos sentir en presente los espacios pretéritos de La zona de interés) demuestran que Viggo Mortensen es un director con la maestría propia de los cineastas curtidos. En el coloquio que siguió a la proyección (simultánea en las salas de Embajadores en Madrid y Oviedo) señaló que sus treinta años como actor le habían enseñado mucho sobre la labor de dirección que, en el caso del cine independiente, es aún más exigente. Qué el también haya compuesto las hermosas músicas de la película hace aún mas armonioso el desarrollo de las escenas y las transiciones. Por lo demás, la decisión de dislocar los tiempos del relato, incluyendo también esas referencias oníricas a un caballero andante, es muy acertada porque nos ofrece, más que un modelo para armar, una sugerente ordenación del relato que, como también comentó en el coloquio, aporta una mayor intensidad emocional al conocer parte de lo que les espera a algunos personajes. Hasta el fin del mundo es un raro western con mar que empieza con alguien que respira al final de una vida y termina frente al océano que un padre le muestra a su hijo. Es también una bellísima historia de amor sutilmente feminista, un alegato antibelicista, una reivindicación de una masculinidad sosegada, tierna (como la de Falling) y amorosamente paternal (como la que protagonizó en la La carretera, la extraordinaria película de John Hillcoat). Y también es un homenaje a la diversidad cultural y lingüística (quizá con reminiscencias biográficas) que conviene ver en versión original. Filmada en Canadá y en México por un estadounidense, argentino, medio danés y, desde hace tiempo, también español, Hasta el fin del mundo demuestra lo bien que le sientan al cine los mestizajes. Otra de las cosas que dijo en el coloquio es que le gusta mucho dirigir, así que esperamos que, más pronto que tarde, podamos ver una nueva película suya. Después del grato recuerdo de cuando estuvo en el Niemeyer, sería estupendo que también viniera a presentarla aquí.