jueves, 24 de septiembre de 2020

A este lado del mundo

de David Trueba. España, 2020. 96.
24 de septiembre de 2020. Cines Parqueastur, Corvera.

La empresa de Alberto le acaba de despedir pero, sin que figure en ningún sitio, le proponen que vaya a Melilla y diseñe un proyecto para modificar la valla. Para que pueda conocer el contexto, le asignan una guardia civil que le acompañará durante su estancia y le servirá de guía por la zona. Ella se llama Nagore y es mil veces más resuelta que Alberto. Él es un ingeniero pasmado que no acaba de tener muy claro si quiere reformar con su novia la casa que heredó de sus padres ni tampoco qué pinta realmente en Melilla. 

David Trueba vuelve a ParqueAstur para presentarnos su última película (hay que felicitar al director de estas salas por organizar iniciativas como esta y por programar de vez en cuando joyas imprevistas). La proyección es casi una primicia porque, tras su presentación en el festival de Málaga, empieza ahora un recorrido por diversas ciudades antes de estrenarla en Madrid y en Barcelona. A este lado del mundo trata de la valla de Melilla, de la inmigración y de lo que está pasando allí y en todo el Mediterráneo. Pero David Trueba decide poner el foco en un tipo normal, un pánfilo sin maldad ni criterio que no resulta un personaje exótico. Es una de esas buenas personas que no saben nada de muchos temas y que siempre evitan los conflictos. Y a un tipo así es al que pone en el brete de proyectar una reforma de la valla, de vérselas con una mujer que se las sabe todas y con la que los contrastes son tan grandes como el excelente y conjuntadísimo trabajo de Vito Sanz y Anna Alarcón interpretándolos. A este lado del mundo es una película modesta en medios, sin asperezas ni tópicos y con un guión bien escrito que, sin llegar a ser una comedia, a veces obliga a sonreir. Sin embargo, más allá de esa apariencia menor, la historia está concebida con mucha intención. Más que llegar al corazón con resortes emotivos, David Trueba ha querido llegar a la inteligencia y hacerlo de forma sutil. Por eso ese personaje que nunca sabe lo que quiere nos pone de los nervios. Como esa vieja Europa que tampoco quiere saber nada de lo que le está pasando y, al renunciar a razonar sobre estos problemas, acaba por dejarlos al cuidado de la víscera y los viscerales. Nada parece más distante que las vidas de Alberto y la de Nagore. Quizá solo la de los dos frente a la del chico inmigrante que aparece en el tramo final de la película. Sin embargo, los tres, queriendo o sin querer, estarán inevitablemente unidos por las circunstancias. Y no será solo el chico africano quien, además de la valla, se salte las normas. Sin saberlo, también Alberto lo hace cuando, obligado por la necesidad, acepta un encargo irregular y, con menos justificación, se compra un coche sin ir a un concesionario. Así que espero que le vaya muy bien a David Trueba con esta nueva película que merece ser vista en muchas salas. Nosotros hemos tenido la suerte de poder conversar con él tras la proyección y digo conversar porque, igual que pasó en enero cuando vino a presentar Si me borrara el viento lo que yo canto (el estupendo documental sobre Chicho Sánchez Ferlosio), más que una presentación seguida de preguntas y respuestas, lo que ha habido esta noche ha sido un diálogo en sintonía en el que daba gusto escucharlo a él y también a quienes intervinieron desde las butacas. Así que ya sabes David, prepara pronto tu próxima película y vuelve por aquí. Estaremos encantados de recibirte.