martes, 10 de diciembre de 2019

Pintores y reyes del Prado

de Valeria Parisi. Italia, 2019. 90.
10 de diciembre de 2019. Cines Los Prados, Oviedo.

El Prado de la mano de Jeremy Irons. Y no solo El Prado, también otros enclaves madrileños del arte. El hilo conductor son las colecciones reales de pintura, así que el relato comienza en la época en que Carlos I configuró el imperio español y nos recuerda que fue el buen gusto de Felipe IV el que hizo tan extraordinario ese patrimonio artístico que desde hace doscientos años luce en las paredes de nuestro museo más conocido. El Prado es el principal referente mundial para entender la historia de la pintura europea hasta siglo XIX. De eso trata este documental.

Solo dos proyecciones, una ayer y otra hoy. Y en una de las salas con menos luminosidad de los cines  Los Prados. La misma en la que vimos malamente hace dos semanas La hija del ladrón. Así se promueve el arte español. De modo que serán pocos los que podrán disfrutar de este estupendo documental que es toda una reivindicación de ese grandísimo museo y también de la historia de un país al que las mediocres ensoñaciones imperiales del franquismo convirtieron en amnésico. Por fortuna, este documental seguramente se verá en otros países y no serán pocos los que, tras escuchar a Jeremy Irons y ver nuestros cuadros, querrán visitarnos. Así que podemos estarle agradecidos a Valeria Parisi por difundir la importancia de un patrimonio del que parece que los españoles no somos muy conscientes. Algo que, por lo demás, también nos sucede con la riqueza de nuestro patrimonio lingüístico y con el natural. Después de ver el viernes pasado en Barcelona El cuadro y hoy en Oviedo Pintores y reyes del Prado pienso en lo magnífico que sería que todos los institutos de España se pusieran de acuerdo para obviar por un día esa patológica obsesión curricular llamada EBAU y en la mejor sala de que dispongan (o en la mejor sala de cine de su entorno) dedicaran una jornada a ver estas dos películas y a hablar sobre ellas. Creo que sería el día mejor aprovechado del año. Para eso no haría falta mucho dinero ni nuevas leyes. Tan solo aquel españolísimo aliento emancipador de los tiempos de la Institución Libre de Enseñanza, del Instituto Escuela o de La Barraca de Lorca. ¿Qué habría sido de este país si aquella actitud hacia la cultura no hubiera sido truncada hace ochenta años?