miércoles, 14 de octubre de 2020

La misión

de Roland Joffé. Reino Unido, 1986. 125’.
14 de octubre de 2020. Fábrica de Armas de La Vega (autocine), Oviedo.

Las misiones jesuíticas desde la llegada de los primeros sacerdotes hasta su expulsión. El contacto con los indígenas, la construcción de las misiones y la oposición final a la destrucción de aquella utopía. Todo ello en la historia concentrada de la relación entre unos pocos jesuitas, algunos de sus enemigos y el enviado de Roma. Y, por supuesto, también los indígenas.

El premio al recientemente fallecido Ennio Morricone es el motivo de que en la Semana de los Premios se haya proyectado en formato de autocine algunas de las películas más emblemáticas a las que puso banda sonora ese gran músico. Por razones obvias, no me podía perder esta oportunidad de volver a ver La misión. Cuando la vi en los ochenta, Iguazú, las misiones y el mundo guaraní eran para mi un lugar maravilloso y deseable. Hoy esa tierra sin mal, esas gentes tan buenas y ese paraiso en el corazón de América forman parte de esas cosas por las que uno le puede dar gracias a la vida y a los afanes que le han permitido sentir que, de algún modo, también forma parte de aquello. Por recomendación de Yayo Cáceres, este verano leí el libro Tentación de la utopía, con prólogo de Roa Bastos, y es como si estuviera de vuelta en el Paraguay de hace cuatro siglos. Si los jesuitas hubieran sido anglicanos en lugar de católicos y al verdadero corazón de América (que no está en ese país sin nombre del norte del continente) hubieran llegado los ingleses en lugar de los españoles, películas como La Misión y paisajes como los de esas tierras nos serían tan familiares como las historias del Oeste. Una lástima que la mayoría de mis compatriotas ignoren tanto de aquello y lo aprecien tan poco.