de Pedro Gomes. Portugal, 2024. 129’.
29 de abril de 2025. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.
En 1917 Edward trabaja para el gobierno británico en Birmania. Tras siete años de noviazgo, Molly viene para casarse con él. Pero el día en que ella llega a Rangún, él abandona la ciudad y viaja por distintos lugares de Tailandia, Vietnam, Japón, China y Tibet, sintiéndose cada vez más melancólico por huir de ella. Molly, tenaz y divertida, sigue sus pasos en ese periplo. Hasta el final.
En lo formal es (casi) una elegante película en blanco y negro. Pero también podría ser un documental sobre las bellezas del Oriente más extremo con imágenes de lugares por los que (casi) no pasa el tiempo. Grand Tour parece querer evocar con ese título los viajes juveniles de las élites del XVII para descubrir las maravillas renacentistas y barrocas del Sur. Pedro Gomes sitúa en otro 17 a esta pareja que huye (él) y persigue (ella) mientras van encontrando delicias orientales. El horizonte aquí no es ingresar en la edad adulta con el gusto más refinado, sino buscar, o evitar, un encuentro que en el tramo final de la historia recuerda un poco a aquel otro viaje, también por territorios coloniales, que Joseph Conrad imaginó en El corazón de las tinieblas. Más que con la trilogía de Las mil y una noches, Grand Tour tiene bastante que ver con Tabú. Ambas se vertebran en la dualidad (formal y temática) y rememoran lugares exóticos y coloniales, pero mientras que en Tabú presentaba historias y formatos yuxtapuestos, aquí Pedro Gomes los entrevera. Reconozco que su cine es difícil y bastante propicio para la deserción o el tedio, pero debo decir que esta combinatoria poscolonial cada vez me parece más interesante.