de Alex Thompson y Kelly O'Sullivan. EE.UU., 2024. 110’.
2 de abril de 2025. Cines Parqueastur, Corvera.
Un obrero maduro vive bajo presión. Su hija tiene mucho carácter y ha sido expulsada del instituto. Con su mujer sufre por eso y por las inquietudes de una demanda relacionada con la reciente muerte de su otro hijo. En un local que hay al lado de la obra en que trabaja se reúne un grupo de aficionados al teatro que están montando Romeo y Julieta. Y casi sin darse cuenta se integra en ese proyecto al que también se incorporará su hija, que tiene notables dotes interpretativas. La preparación de la obra será catártica para esa familia.
La historia es tan sencilla y digna como la voluntad que une a esos aficionados al teatro. El paralelismo entre el sufrimiento de esa familia normal y el desenlace del drama de Shakespeare está muy bien planteado. Los personajes son gente corriente sometida a los efectos de una tragedia que al principio desconocemos. Así que en Ghostlight hay, por una parte, una historia naturalista que podría recordar a las de Ken Loach o Mike Leigh y, por otra, una reivindicación bien medida de las virtudes consoladoras del teatro. Ojalá que lo entendieran alguna vez los docentes y los responsables educativos. Ojalá que tanto el teatro (ese arte de las artes) como el cine (esa maravilla capaz de esculpir el tiempo) tuvieran, cuanto menos, la misma presencia en las aulas que ahora tienen las matemáticas. El mundo sería un poco más sabio, habitable y feliz.