miércoles, 15 de mayo de 2019

Impulso

de Emilio Belmonte. España, 2017. 85.
15 de mayo de 2019. Casa de la Cultura, XVIII Certamen Nacional de Cortometrajes de Avilés.

Rocío Molina bailando en los escenarios y fuera de ellos.  Impresionando al público en los mejores teatros europeos y ensayando con su grupo en su taller andaluz. Vemos la expresividad rotunda de ese cuerpo trabado y la concentración intensa de esa artista que busca el límite en todo lo que hace.

Me encanta Rocío Molina. He visto los dos espectáculos que ha traído a Asturias y me parece una artista singularísima y fascinante. En sus creaciones solo está ella y sus músicos, así que se expone mucho más que esas otras grandes de la danza que lideran coreografías espectaculares pero cuyo trabajo está siempre arropado por un cuerpo de baile empeñado en que destaquen. Así que sabía que este documental me iba a gustar. Es verdad que el dispositivo narrativo podría haber sido más pregnante, pero lo importante era ver la sinceridad y la entrega de una artista a la que nunca parece incomodarle la presencia de la cámara. La programación del Festival Avilés Acción suele ser muy buena en los cortos que concursan, pero es extraordinaria en los largos que también se proyectan cada día y en las actividades paralelas. Por ejemplo, hoy Impulso ha estado precedida de La Chana, esa película sobre una bailaora inconmensurable que nos maravilló en el Zumzeig de Barcelona. De hecho, si aquel documental magnífico tenía un clímax impresionante en el homenaje que se le rindió a la veterana bailaora en el Teatre Nacional de Catalunya, Impulso forma con él un díptico perfecto en esa escena en que Rocío Molina la invita a bailar con ella (con "su nieta", en palabras de La Chana) en el espectáculo total que ofreció en Sevilla. Pero no solo la tarde ha sido magnífica en este festival que estrenamos en la mañana del lunes trayendo a más de cien alumnos de 1º de bachillerato para ver siete cortos de la sección "Iguales y diferentes". Ayer y hoy nos ha proporcionado momentos inolvidables como la proyección anoche de Petra, con presentación del propio Jaime Rosales y con un estupendo coloquio que se prolongó hasta la medianoche y que fue un preámbulo magnífico para la clase magistral que dio esta mañana en la Factoría Cultural. Por suerte, pude asistir a esas tres horas de lección impresionante sobre cine en las que este genial director (a mi juicio uno de los más interesantes del panorama actual) demostró que no solo es un cineasta singularísimo y un escritor más que interesante (recomiendo vivamente la lectura de El lápiz y la cámara) sino también un tipo estupendo al que da gusto escuchar y que es muy generoso compartiendo lo mucho que sabe sobre cine y lo mucho que piensa sobre cómo debe hacerse. Todo un lujo en Avilés.