de Thomas Lilti. Francia, 2023. 101’.
4 de junio de 2024. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.
Un profesor sustituto de matemáticas se incorpora al liceo. Sin ninguna experiencia previa, el trabajo en el aula se le hace complicado al principio. Pero cuenta con el apoyo de sus compañeros que son gente muy maja y muy buenos profesores.
Los institutos y los juicios. Dos temas que les encantan a los franceses. Uno de los aciertos que explican el éxito de Entre les murs (La clase) era mostrar con mucho dramatismo las dos cosas: las cuitas de un profesor de Lengua en un aula complicada y una sesión del consejo escolar bastante lamentable sobre un tema de disciplina. Con menos pesimismo que la película de Cantet, Thomas Lilti vuelve a la educación secundaria francesa y presenta otra vez las dos cosas: el difícil trabajo de los docentes de esa etapa y los conflictos disciplinarios que han de juzgarse en reuniones sumarísimas. Como en Hoy empieza todo, aquí también aparece la temible inspección francesa y la complicada dirección escolar. Pero Lilti contrapone a todo eso el buen rollo de un gremio estupendo que encarna las esencias del orgullo republicano. Hace un par de días yo estaba en un tribunal valorando los TFM de cinco futuros docentes de secundaria. Igual que los otros ciento sesenta de la Universidad de Oviedo, esos jóvenes han pasado un curso en el máster específico para formación docente en secundaria y han vivido una inmersión bien tutelada en la vida de un instituto público durante casi cuatro meses. Así que, si nos fiamos de lo que muestra esta película, está claro que nosotros formamos e integramos a los docentes mucho mejor que los franceses. En el cine sobre la vida escolar echo en falta un cambio del punto de vista. Casi siempre se coloca al espectador en el lugar del profesor, unas veces para que valore su trabajo y otras para que lo compadezca. Son pocos los casos en que el cine retrata la vida en el aula desde un punto de vista distinto. En La lengua de las mariposas José Luis Cuerda lo hacía desde la mirada del niño, pero también a mayor gloria de su maestro republicano. En El profesor Bachmann y su clase Maria Epeth consigue mostrar la vida en el aula desde una perspectiva bastante neutra, pero escasean aún más las películas naturalistas hechas desde el punto de vista de los adolescentes Lo hizo magníficamente Patricia Ferreira en Los niños salvajes y también Jonás Trueba en su trilogía (que nosotros vimos como tetralogía) Quién lo impide. Aún más raro es mostrar de forma realista el punto de vista de las familias, pero un ejemplo estupendo es La hora de los deberes, el magnífico documental de Ludovic Vieuille. Así que Los buenos profesores se ve con agrado, deja muy bien parados a los docentes y seguramente concitará bastante acuerdo en que la nuestra es una profesión importante y, por tanto, deberíamos cobrar más. Así que no hay queja.