domingo, 17 de noviembre de 2019

The projectionist

de Abel Ferrara. EE.UU., 2019. 81’.
17 de noviembre de 2019. Cines Yelmo, 57º Festival de Cine de Gijón (Sección oficial -no competición-). V.O.S.

Nicolas Nicolau dirige con pasión varios cines en el centro de Manhattan y en otras zonas más modestas como Queens. Abel Ferrara viaja con él a Chipre para conocer sus orígenes como hijo de trabajadores que emigraron a Nueva York a comienzos de los setenta. Cuando era adolescente combinaba sus estudios de secundaria con sus trabajos en los cines. Pero poco a poco su pasión y tenacidad le permitieron hacerse cargo de la gestión de muchos de ellos. La cosa le fue tan bien que en los ochenta pudo hacer un buen capital y comprar sus edificios. Pero su habilidad con los negocios y su voluntad de hacer dinero nunca han estado por encima de su compromiso con los cines y su empeño de que sigan estando presentes en la vida de las ciudades.

Quizá Nick es al cine lo que José Andrés a la cocina. Incluso hay un cierto parecido entre ellos. En el carácter, en sus raíces periféricas no traicionadas y en su compromiso con la ciudad y con la gente. Y también en su capacidad para enfrentarse con los poderosos para defender aquello en lo que creen. Abel Ferrara acompaña a este héroe de cerebro capitalista y corazón cinéfilo para que nos muestre sus afanes profesionales y nos cuente su vida. Y también la de esos cines urbanos que en los últimos cincuenta años él viene cuidando y defendiendo de la muerte segura que les depararía ese capitalismo anencefálico que propicia públicos domesticados con drogas seriófilas y formas de consumo amazonadas. Igual que hizo Sydney Pollack en sus Apuntes de Frank Gehry, Abel Ferrara acompaña al protagonista y se deja ver con él en un documental de apariencia modesta pero de intenciones y efectos muy notables. En esta sesión no hubo presentación ni coloquio posterior, pero nos resultó  inevitable aplaudir con fuerza al terminar la película. Algunos podrían aprender mucho de este documental en el que en ningún momento se cita a Netflix (no hay mejor desprecio que no hacer aprecio, decía mi abuela) y que, como este blog, reivindica algo que debería ser obvio: que el cine en el cine mejora nuestras vidas y hace más humanas nuestras ciudades.