9 de marzo de 2020. Cines Los Prados, Oviedo.
Un repaso a la vida y el carácter de Frida Kalho. A su drama personal, a sus complicadas relaciones con Diego Rivera y a algunas de sus obras. En un formato documental que tiene más interés cuando no pretende hacerse poético.
Una ocasión deliciosa para volver a través de la pantalla a lugares tan maravillosos como Coyoacán, el Zócalo o Teotihuacán. Todo eso me agrada y me resulta interesente. También escuchar la voz de esa fotógrafa admirable y lúcida que es Graciela Iturbide, algunos de cuyos trabajos trajo a España no hace mucho la Fundación Mapfre en una estupenda exposición que también estuvo en Gijón. La película gana cuando radicaliza su vena mexicana y repasa imágenes históricas de Frida Kalho. Pero pierde cuando aparecen mujeres de ahora en la forma de esa modelo silente de gestualidad impostada o ese rostro de maneras afectadas que pretende ser la voz narrativa anglosajona de la película. Y, sobre todo, cuando aparece esa técnica del museo que habla tanto y dice tan poco.