26 de marzo de 2020. I Festival On line de Cine Dirigido por Mujeres, Avilés. V.O.S.
Uma es una chica de la clase inferior a la que quieren casar con uno de la clase superior. Como ella no quiere, su familia la lleva a un centro que garantiza que en dos semanas se la devolverá dócil y lista para el matrimonio. Es un lugar insular y florido en el que vive un confinamiento amable y lujoso con otras chicas como ella. El funcionamiento del centro es inquietante y Uma acaba descubriendo que allí se dedican a modelar a unas dobles más sumisas que son las que luego entregan a las familias. Pero nuestra heroína conseguirá regresar con su doble para truncar ese matrimonio y cargarse a su rico pretendiente.
El resumen ya muestra que no me ha gustado nada esta fábula sobre la domesticación de señoritas que tiene su mayor baza en unos escenarios distópicamente almibarados. Por lo demás, es solo una historia boba, un cuento de princesitas (y también una bruja) a la que cualquier feminismo le queda tan lejos como deben estar los Uppers de los Lowers (así, sin traducir, aparecen en los subtítulos los nombres de las clases sociales a las que pertenecen las muchachas). La película es de producción española y financiación pública nacional. También es española su directora, aunque use pseudónimo anglosajón. Pero la abducción anglofílica es tan notable que en la película no hay ni rastro (elenco, lengua, gestualidad, imaginario...) de nada que se aleje lo más mínimo del canon de esa cultura que se autoconcibe como única y universal. De hecho, su productora, Nostromo Pictures, es barcelonesa pero no tiene en su web ni una sola palabra en español ni tampoco en catalán (está todo en inglés). No insistiré en que el fenomeno tiene algo de patológico y que me parece aún más grave que estas cosas pasen tan desapercibidas. En todo caso, el problema principal de Paradise Hills (extraño título para un lugar situado en una isla minúscula) es que es una película mala, muy mala. Su distancia con la calidad de cualquiera de las que he visto de la sección oficial (y ya van diez) es mayor que la que debe haber entre las castas inferiores y las superiores de la sociedad de esas chicas de atuendos blanquitos que protagonizan una película que probablemente sea la oveja negra de este festival.