lunes, 30 de marzo de 2020

Hayati (Mi vida)

de Sofi Escudé y Liliana Torres. España, 2018. 72.
30 de marzo de 2020. I Festival On line de Cine Dirigido por Mujeres, Avilés.

Una familia dividida entre Siria, Turquía y España. El padre y el hijo pequeño eran aquellos refugiados cuya imagen vimos todos cuando una reportera canalla les puso una zancadilla en la frontera húngara. Ellos lograron llegar a nuestro país, pero un hijo mayor no conseguía el visado para salir de Turquía y la madre seguía bajo las bombas en Siria con el resto de la familia. Asistimos a sus conversaciones por teléfono y comprendemos lo difícil que es mantener la esperanza de volver a estar juntos lejos de la guerra.

Los terroríficos hechos que vivieron en el pasado los miembros de esta familia los escuchamos en sus voces pero los vemos ilustrados por unas animaciones bellísimas que no se recrean en los detalles del horror sino que los evocan con sutileza. Solo por esas imágenes ya vale la pena ver esta película que tiene su corazón en las llamadas telefónicas cotidianas entre quienes no pueden abrazarse. Hace unos días aludía precisamente a la importancia del teléfono en mi otro blog a propósito de la relación entre la escuela y los hogares confinados. Ojalá que lo que estamos viviendo ahora nos sirva para entender mejor otros dramas mucho mayores que ha padecido y padece tanta gente y hacia los que cualquier empatía recibe siempre zancadillas. Lo explica muy bien Ramón Lobo en este artículo de El País.