viernes, 7 de marzo de 2025

Una historia verdadera

de David Lynch. EE.UU., 1999. 111.
7 de marzo de 2025. Teatro Campoamor, XI Semana del Audiovisual Contemporáneo de Oviedo. V.O.S.

Alvin Straight es un anciano que vive en Iowa con su hija. Sus problemas de cadera y de vista le impiden tener el carnet de conducir. Así que, cuando recibe la noticia de que su hermano Lyle ha sufrido un infarto, decide coger un cortacésped para ir hasta su casa en Wisconsin. Está a unos quinientos kilómetros y los dos hermanos no se hablan desde hace más de diez años, pero Alvin necesita volver a sentarse con él. 
 
Con esta proyección, acompañada con la magnífica música de Joana Serrat, comienza una nueva edición de SACO. Es la mejor iniciativa que ha habido nunca en Oviedo sobre cine, pero a duras penas sobrevive con un Ayuntamiento que parece entenderla y valorarla más bien poco (como a RADAR, que desde diciembre no ha tenido ninguna proyección). Después de veinticinco años, ha sido un gusto volver a ver esta conmovedora película que, al contrario que a su país, el tiempo ha tratado muy bien. Es una delicia contemplar la sensibilidad poética que David Lynch puso en cada plano, en cada frase y en cada gesto de esta historia verdadera. Joana Serrat lo ha entendido muy bien haciendo que su exquisita música esté donde debe, se sume a la ternura de la historia y evite cualquier subrayado que estaría de más en esta magnífica película. Decía que Una historia verdadera ha ganado con el tiempo y que lo ha hecho casi en la misma medida en que aquel país se ha ido deteriorando. Los personajes que ese anciano bueno y sabio se encontraba en su camino eran gentes abiertas, amigables y generosas que vivían en entornos humildes en los que a nadie se le había ocurrido todavía clavar esas insolentes banderas que ahora son señal de desconfianza, soberbia y agresividad. Por eso da gusto recuperar el periplo de aquel viejo argonauta, magníficamente interpretado por Richard Farnsworth, que viajaba en su cortacésped para alcanzar ese Vellocino de Oro que para él era poder recuperar la sintonía con su hermano. Quien interpretaba a este era Harry Dean Stanton, al que apenas vemos un minuto al final de la película, pero lo suficiente para emparentar esta joya cinematográfica con Paris Texas, de Wim Wenders, y con Lucky, de John Carroll Lynch, la última película que interpretó Harry Dean Stanton y en la que pegaba la hebra con el propio David Lynch. En estos tiempos oscuros en los que nada bueno nos llega desde aquel país, da gusto recordar que, al menos en algunas películas, las cosas eran antes de otra manera allí.