de Gemma Blasco. España, 2025. 107’.
30 de marzo de 2025. Cines Van Dyck, Salamanca.
En una fiesta de Nochevieja Álex es violada por alguien que, de repente, la empuja a una habitación oscura e inmediatamente se va. Ella solo se lo dice a su hermano y descarga su dolor en la interpretación del personaje Medea que está ensayando en el teatro. Pero él está empeñado en saber quién lo hizo y su furia no deja de aumentar.
Gemma Blasco acierta desde el principio. Desde antes de filmar la película preparando un guion impecable y eligiendo a Ángela Cervantes para el papel de esta Álex/Medea que hace un trabajo superlativo por el que ya ha sido justamente premiada en el festival de Málaga. La película está tan llena de aciertos y múltiples capas que, mientras la vemos, consigue atrapar nuestra atención y después da mucho que pensar. En primer lugar, sobre la acertadísima decisión de Gemma Blasco de que la violación se escuche, pero no se vea, convirtiendo así en anónimo al violador y sintonizando con la prescripción de Lanzmann de no mostrar lo irrepresentable. Pero es que, antes de que el hermano asuma ese papel, nos hace sentir que Álex se equivoca. Que debe pedir ayuda inmediatamente. Que no debe ducharse y debería conservar las pruebas. Y ahí empezamos a entender que, por defecto, nos interesa más identificar al agresor que acompañar a la víctima. De modo que cuando el hermano sabe lo que ha pasado y comienza a crecer su furia, empezamos a darnos cuenta de que lo importante era ella. Lo que ha sufrido y la forma en que lo vive. Y en ese camino, Medea, el teatro y la oportunidad de catarsis que ofrece la ficción son mucho más sanadores que la familia, la pretendida justicia y la inútil venganza. Y es que Gemma Blasco consigue que aquella joya anterior titulada El zoo, que transcurría enteramente en la sala Beckett, nos parezca un prólogo perfecto para esta obra mayúscula en la que tan solo con un corte de pelo consigue jugar con los tiempos del relato. Las escopetas, la familia, los jabalíes, una boda y el flamenco se entreveran con la vida de Álex tras la violación en una película perfecta que hará que en 2025 tendrá que ser extraordinaria la cosecha del cine español si Gemma Blasco no merece ganar el Goya a la mejor dirección. Ojalá que el tema que trata La furia ayude a que se vea en muchas salas esta magnífica película (empezamos mal: no se proyecta en ninguna de Asturias). Y ojalá que su calidad cinematográfica ayude a comprender mejor a las mujeres que han sido violadas y a superar esa pulsión testosterónica según la cual no hay nada más reparador que la venganza. Y no solo en la ficción.