domingo, 26 de octubre de 2025

April

de Dea Kulumbegashvili. Georgia, 2024. 134.
26 de octubre de 2025. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.

Tras un parto prematuro en el que el bebé nace muerto, se abre una investigación sobre la actuación de la médica que lo asistió. El aborto es un delito en el país, pero ella es una profesional eficaz que, fuera del hospital, ayuda a abortar a mujeres del campo. 
 
Tras un preámbulo con una figura humana desnuda sobre las aguas, la película comienza con la vista cenital del parto del bebé muerto. Al final se verá una cesárea, pero esas serán las únicas imágenes explicitas. El resto son planos muy largos, magníficamente pensados, con unos encuadres que a veces dejan en fuera de campo parte de lo que pasa. Así es la escena de un aborto que casi contemplamos en tiempo real, pero del que vemos poco más que una cadera y las manos de dos mujeres junto a los sonidos de lo que está pasando. Hay también trayectos nocturnos en los que la cámara avanza por una carretera y mira los alrededores. Y estampas crepusculares de una naturaleza bravía en la que a veces vemos andar, e incluso flotar o levitar, figuras humanoides que, más que aterrorizar, invitan a pensar en los límites de lo humano. En April también hay amapolas, pero lo que nos propone Dea Kulumbegashvili no es apto para todos los públicos. Y no porque haya sangre o truculencia en lo mostrado, sino por la aspereza de lo relatado y la parsimonia con que nos obliga a asistir al paso del tiempo captado por una cámara. Quienes vimos la magnífica Beginning, su opera prima, ya estábamos advertidos de esto. Por ello, quizá, nos ha satisfecho mucho más a quienes esta tarde veníamos al cine dispuestos a dar tiempo al tiempo y dejarnos llevar por la fuerza de las imágenes y sus sobrios encuadres. Así que si tuviera que tender aquí algún puente cinematográfico sería entre el cine de Dea Kulumbegashvili y el de Carlos Reygadas.