de Juan Gautier. España, 2024. 94’.
30 de octubre de 2025. Centro Niemeyer, Avilés.
Ese día comienza todo en una residencia universitaria. Es privada y a ella acuden los hijos de familias bien de Madrid y algunos jóvenes de fuera. Será una jornada de iniciación humillante para los novatos y de disfrute sádico para los veteranos. Un rito de paso hacia la barbarie propia de las jaurías testosterónicas.
Las bisagras entre las etapas educativas heredaron las costumbres cuarteleras en las que los quintos se despedían de sus pueblos haciendo el gamberro y estrenaban con novatadas la socialización militar. Hoy el gregarismo bronco del mundo macho tiene, en general, formas más sutiles, pero no por ello menos eficaces. El aspirante trata de eso en el singular contexto de las residencias universitarias de pago de la ínsula madrileña (como el colegio mayor Elías Ahuja que se hizo tristemente célebre en 2022) mostrando veinticuatro horas de ceremonias de iniciación berraca. En 1993 Richard Linklater retrató la aspereza acosadora de ese mundo en Daced and confused y trece años después volvió sobre al tema con Todos queremos algo, una historia que es casi el contrapunto de aquella. El aspirante deja en la periferia a la parte femenina que en estos ritos machistas queda reducida a espectadora coral o a personaje singular que imanta. En el coloquio que siguió a la proyección comentamos todo eso con la productora. También la relación con Jauría, la magnífica obra que Miguel del Arco estrenó en Avilés a partir de textos literales de aquel proceso en el que la víctima tuvo que sufrir un segundo acoso en sede judicial para que aquella manada sevillana llegara a ser condenada. La soledad femenina frente al gregarismo macho (ya sea cuartelero, lúdico o futbolero) también se muestra en el contraste entre lo que esta película trata y el discernimiento vocacional, radicalmente individual, de la joven protagonista de Los domingos, la película de Alauda Ruiz de Azua. Así que son de agradecer películas como esta que se acercan a temas que merecen más atención sin reducirlos a la complacencia o a la histeria.
