lunes, 27 de octubre de 2025

El espejo

de Jafar Panahi. Irán, 1997. 96’.
27 de octubre de 2025. Cines Embajadores-Foncalada, Oviedo. V.O.S.

Mina sale de la escuela, pero su madre no está esperándola. Al ver que no llega, decide volver sola a su casa. No sabe cuál es la dirección, pero recuerda que con su madre suele coger un autobús en una plaza que hay más adelante. Con algo de ayuda, llega hasta allí y coge un autobús, pero en el sentido contrario a donde está su casa.
 
Otra niña como la de El globo blanco en una situación que nos desazona aún más. El tráfico en las calles de Teherán es denso, ruidoso, infernal. Hay gente dispuesta a ayudar a Mina, pero no lo tienen fácil. Así que nosotros nos vamos desesperando. Y aún más cuando la niña decide que ya está harta, que deja la película y quiere volver sola a su casa. Pero tampoco sabe por dónde se va. Panahi nos sorprende lo indecible al romper, si no la cuarta pared, el contrato ficcional más básico del cine (incluso en una película que ya parece un documental) consiguiendo que no sepamos dónde estamos Y no solo en qué parte de Teherán. Tampoco sabemos si esa quiebra inesperada a partir de la insumisión de la niña es real o pactada. Lo cierto es que la cámara de Panahi no deja de filmar y seguimos a la niña desde más distancia sin saber si los peligros que corre están controlados o son de verdad. El espejo es, por tanto, una joya en la que, como sucedía en El globo blanco, hay mucha bondad en esa jungla de asfalto iraní. Panahi sabe mostrarlo al hacer de la cámara un espejo que quizá lo que retrata son nuestros miedos y prejuicios. Así que al salir de la sala uno piensa que Esto no es una película, el singular título de otra posterior, quizá podría ser también el de un espejo retrovisor.