19 de octubre de 2019. Cines Los Prados, Oviedo.
Intrahistoria de las relaciones entre Grecia y Europa desde el punto de vista de aquel político de izquierdas llamado Yanis Varoufakis. Le seguimos durante los cinco meses de 2015 en que fue ministro. Asistimos a sus encuentros en los despachos del gobierno griego. En los de los jerarcas europeos. En las salas de reuniones del Eurogrupo. Plantando cara con datos, argumentos y coherencia a unos burócratas integristas que trabajan con maneras más propias de las curias medievales que de las democracias modernas. Una trepidante historia verdadera que es también una verdadera historia del mayor interés público. Una película bien contada y una espléndida lección de ética y política.
Este blog ya tiene sus años así que he tenido tiempo de arrepentirme de algunas de las cosas que he dicho. Por ejemplo, de lo mal que he puesto a Angela Merkel en algunas reseñas en las que lo cinematográfico se cruzaba con lo político. Lo digo porque, si bien ella promovía austericidios como el de Grecia, la forma en que entendió después la crisis de los refugiados me pareció más razonable. Sin embargo, Costa-Gavras me ratifica ahora en aquellas críticas. Y no solo a ella, también a esos burócratas que hicieron sufrir tanto a los portugueses y a los griegos (de los españoles ya se encargó su propio gobierno). Frente a ellos, Yanis Varoufakis es mi héroe. Listo, honesto y tenaz, sabía desenvolverse sin temor en esos territorios hostiles de troikas, eurogrupos y demás artefactos dispuestos a obviar a las personas en sus decisiones. Ya sé que Costa-Gavras es un director comprometido (lo volvió a demostrar en El capital, su última película) y que esta vez recoge el punto de vista que el propio Varoufakis ha expresado en su libro. Pero conviene recordar que sobre Europa, la economía, la democracia y la política todos tenemos opiniones. También esos poliburócratas que se creían semidioses y que aquí salen tan malparados. Sobra decir que yo estoy con Costa-Gavras y Varoufakis, no con ellos.