26 de octubre de 2019. Teatro Carrión, 64º Semana Internacional de Cine de Valladolid (sección oficial -fuera de concurso-). V.O.S.

No soporto ese engendro televisivo de maneras medio sádicas que se llama Master Chef. Así que el ternurismo entrañable de este Master Cheng se me hace bastante llevadero aunque solo sea porque entiende la cocina como lugar en el que no tienen cabida la prisa, la riña y la competividad. En este maridaje cultural chinofinlandes todo está presidido por el altruismo y el buen rollo, no por ese ordeno y mando, ese juzgo y descalifico, que caracteriza a aquel deplorable programa televisivo. Como también sucede en esas ligas de debate en las que se promueve la retórica competitiva y que tanto éxito están teniendo en universidades e institutos. Cualquier día a alguien se le ocurrirá llevarlas a la televisión para ofrecer desde ella aún más intoxicación competitiva. En Master Cheng no hay nada tóxico. Al contrario, todo es previsible y saludable. Un cine muy digestivo en el que todo está masticado para que el público no se complique. Es una película con una presentación bonita y una digestión sencilla. No es un plato sofisticado ni es cocina de autor, pero tampoco le hace daño a nadie.