viernes, 11 de octubre de 2019

El señor de las moscas

de Peter Brook. Reino Unido, 1963. 91’.
11 de octubre de 2019. Fábrica de Armas de La Vega, Oviedo. V.O.S.

Unos niños ingleses quedan a su suerte en una isla tropical. Poco a poco se van buscando la vida. Y recreando un mundo de relaciones, normas y jerarquías que tendrán consecuencias terribles.

Volvemos a la Fábrica de Armas de la Vega (estos días La Fábrica en Premios) para disfrutar de las muchas actividades que se organizan aquí en la semana de los Premios Princesa de Asturias. La mayoría de las que hemos reservado tienen que ver con Peter Brook (por ejemplo, mañana veremos aquí su última obra de teatro: Why? y el martes lo tendremos en Avilés en un encuentro con el público en el Palacio Valdés). Con solo unas fotografías antiguas durante los títulos de crédito, Peter Brook contextualiza perfectamente lo que les ha pasado a estos niños. De hecho, la primera imagen de una escuela vetusta sirve de contrapunto radical al estado de naturaleza (y de barbarie) en el que se encontrarán a los niños esos marinos impolutos que desembarcan en la isla al final de la película. La decisión de usar el blanco y negro para negar la paradisíaca exuberancia tropical de la isla es muy acertada y ayuda a contemplar con inquietud ese infierno prístino en el que poco a poco se va convirtiendo el espacio, también moralmente insular, del que los niños se van apropiado casi al tiempo que se deshacen de cualquier prurito ético. Así que este gran hombre del teatro demuestra con la famosa novela de Golding que su vocación cinematográfica también estaba bien justificada. Tras la proyección fue un gustazo asistir al concierto Ruido Verde de John Falcone y su banda. Igual que ayer también estuvo magnífica la inauguración de esta semana de actividades con el Tríptiko audiovisual y musical a cargo de Rino Stefano Tagliafierro que, partiendo del Jardín de las Delicias de El Bosco, nos ofreció una experiencia casi hipnótica que se prolongó en las visitas a las exposiciones. Entre ellas, la magnífica y sencillisima propuesta Kyrie, que con solo un gran crucifijo de madera en el que se proyectan veinte cristos del Museo del Prado y una música oportunísima crea un ambiente que ya justifica acercarse hasta esta Fábrica de Armas que está pidiendo a gritos ser tratada como lo han sido otros espacios similares (Tabacaleras, Matadero...). La verdad es que con programaciones culturales como las que ofrece la Fundación estos días da gusto estar en Asturias en esta época del año.