11 de octubre de 2019. Cines Los Prados, Oviedo.
Gatsby y Ashleigh son una pareja de universitarios enamorados. Él es un neoyorkino afortunado (por su familia y porque se la da muy bien el juego). Ella es hija de un banquero de Tucson y quiere ser periodista. Ashleigh tiene la oportunidad de entrevistar en Manhattan a un famoso director de cine que está ultimando su nueva película, así que Gatsby quiere acompañarla para enseñarle lo mejor de la ciudad. Tras la entrevista ella se va liando con gentes del cine. Él también se encuentra con la hermana de una antigua novia y tendrá que ver a su familia. Así que pasarán ese día de lluvia cada uno por su lado.
Woody Allen vuelve a Manhattan para enseñarnos nuevamente lo bien que se le da contar historias urbanas, también bajo la lluvia. Dos jóvenes desahogados y sentimentalmente confusos son en esta ocasión los protagonistas de una jornada en la que da gusto acompañarlos tanto por la curiosa personalidad de cada uno (él con aires de diletante urbano sin rumbo, ella deliciosamente perdida entre las gentes del cine) como por los ambientes en que Woody Allen los sitúa. El guión no tiene los juegos de simetrías ni las encrucijadas morales de otras películas suyas, pero resulta muy agradable seguir (y aún más con la fotografía de Vitorio Sttoraro) a estos muchachos tan bien perfilados por este veterano director al que tan mal están tratando en su país últimamente. Así que ha sido muy grato este día de lluvía en Nueva York y ya estamos con ganas de ver lo que ha filmado este verano en San Sebastián. Si en Estados Unidos le ponen pegas, que no lo dude ni un momento. Aquí le seguimos queriendo como siempre.